Lo alto de la organización
Miguel Ángel Pla
Presidente y Director General
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El director ejecutivo cuya conducta sea coherente con las normas y valores que ha expresado para la organización tiene una gran ventaja inicial.
Es preciso movilizar la organización para que acepte y apoye la nueva visión, para que la concrete.
Como mínimo la visión debe expresarse claramente y a menudo en una variedad de formas, de los “enunciados políticos”, de mínimo impacto, a la revisión de los objetivos y los métodos de reclutamiento, con la explícita finalidad de modificar la conducta en pro del apoyo a los nuevos valores organizacionales y, lo que no es menos importante, a la adaptación y la modificación de los símbolos compartidos que señalan y refuerzan esa nueva visión.
Quizá cuando el líder haya creado una visión y movilizado el compromiso comience, de hecho, el reto más difícil: el de la institucionalización de la nueva visión y misión.
El líder debe montar para la organización la visión de un futuro deseado. Aunque esta tarea pueda ser compartida y desarrollada con otros miembros clave de la organización, no deja de ser responsabilidad básica e indelegable del líder.
Lo decisivo es que la transformación de la arquitectura social debe comenzar en lo alto de la organización, en el director ejecutivo, y contar con el pleno apoyo del directorio y el círculo interno de los funcionarios de máximo nivel.