El líder puede generar nuevas visiones del futuro y puede ser un genio para sintetizar y articular estas visiones, pero esto produce un cambio solo cuando la visión haya sido comunicada con éxito a toda la organización e institucionalizada efectivamente como un principio guía. Los líderes son poderosos tan solo en la medida en que puedan comunicar sus ideas. La filosofía básica de un líder debe ser: “Hemos visto lo que esta organización puede llegar a ser, comprendemos las consecuencias de esa visión y ahora debemos actuar para hacerla posible”.
En una organización no puede establecerse una visión por decreto, o mediante el ejercicio del poder o la coerción. Es más un acto de persuasión, de crear un compromiso entusiasta y dedicado para esa visión porque es la correcta para su época, la correcta para la organización y la correcta para las personas que trabajan en ella.
En nuestras conversaciones con los líderes, hemos encontrado que las visiones a menudo pueden comunicarse de mejor manera por medio de metáforas o modelos — como cuando un líder político promete “carnero en cada caldero” o la compañía de teléfonos le pide que “estire la mano y toque a alguien”. Quizás en nuestro ejemplo del banco, resultase ser algo como “servicios bancarios novedosos para compañías novedosas” o “servicios financieros en la ventaja competitiva”.

En cualquier comunicación seda cierto grado de distorsión, pero el gran líder parece ser capaz de hallar la metáfora justa que clarifique la idea y minimice la distorsión. En realidad, la metáfora correcta a menudo supera a la comunicación verbal; como una buena poesía o una canción, es mucho más que meras palabras; “se siente bien”, tiene atractivos en un nivel elemental, vibra al unísono con las necesidades emotivas de quien escucha; de alguna manera, “lo logra”.
Otra manera de comunicarse el líder es actuando constantemente sobre su misión y personificándola. Quizás ésta sea la razón por la cual tantos líderes de corporaciones últimamente hayan decidido aparecer en la publicidad de sus empresas, donde algunos, como Lee Iacocca. Desempeñan un trabajo notable para comunicar un nuevo espíritu. Otros, al estilo de Ross Perot y Ted Turner, han demostrado mediante su propia osadía y aventurismo el grado en que esperan que sus compañías (EDS y Turner Broadcasting) sean innovadoras y corran riesgos. Cuando hace poco Linden Blue se hizo cargo de la presidencia de Beech Aircraft, inició un nuevo empuje técnico.
Como para personificar esta nueva energía, comenzó un programa vigoroso de ejercicio personal, que se ha descrito de la siguiente manera:
El Sr. Hedrick, cuya cintura creció con los años, jugaba al golf. El señor Bloc hace ejercicios de saltar a lazo tres mañanas a la semana y trabaja en una máquina Nautilus otras tres mañanas en un centro para la salud física que ha construido en su antiguo garaje. El Sr. Blue también parece haberles comunicado nueva vida a los gerentes de Beech.
Básicamente son los mismos hombres y mujeres, dice un proveedor de Beech. “Solo que respiran un poco más duro. Están tratando de correr al ritmo de Linden”. El líder no ofrece una visión del futuro una vez y para siempre, y luego la deja desvanecer.
Debe repetirla una y otra vez. Debe incorporarla en la cultura de la organización y reforzarla mediante la estrategia y el proceso de tomar decisiones. Debe evaluarla constantemente para posibles cambios a la luz de circunstancias nuevas.
En última instancia, será el líder quien articule la visión y le dé legitimidad, quien exprese la visión en una retórica cautivadora que dispare la imaginación y la emoción de los seguidores, quien—por medio de su visión— habilite a los demás para que tomen las decisiones que pongan las cosas a marchar. Pero si una organización ha de tener éxito, la imagen debe emerger de las necesidades de la organización entera, debe ser “aclamada” y “poseída” por todos los actores importantes. En suma, debe ser parte de una nueva arquitectura social de la organización, tema al cual vamos a dedicar nuestra atención.
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