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No es divertido decirle a los empleados que han sido ignorados para una promoción, especialmente si les valoras y valoras su trabajo. ¿Cuál es la mejor manera de transmitir las malas noticias? ¿Qué puede decir para asegurarse de que no pierdan el interés en sus trabajos o guarden rencor contra usted o contra los que toman las decisiones? ¿Debería ofrecer algo más en lugar de la promoción?

Lo que dicen los expertos

Las noticias de este tipo son “difíciles de oír y difíciles de decir”, dice Joseph Weintraub, profesor de Babson College y coautor de The Coaching Manager: Developing Top Talent in Business. Debido a que el tema es tan desagradable, es una “conversación que muchos gerentes tienden a querer evitar”. Y por una buena razón, dice Heidi Grant, autora de No One Understands You and What to Do About It y 9 Things Successful People Do Differently. “Está dando un feedback muy emocional y se preocupa de que la otra persona se sienta ansiosa, abatida y frustrada. También podría tener una preocupación muy real de que lo que tiene que decir podría terminar desmotivando a su empleado”. Pero la interacción puede arrojar resultados positivos si lo hace de la manera correcta. Aquí hay algunos consejos para ayudarle.

Prepárese, pero no deje las cosas para más tarde

En primer lugar, “no debe marearle”, dice Grant. Antes de hablar con su empleado, “planifique lo que quiere decir y cómo quiere decirlo”. Ella sugiere escribir sus pensamientos en un papel y ensayarlos en voz alta. “Cuando está ofreciendo comentarios (negativos), está en modo de lucha o huye y quiere acabar de una vez”, dice. “Su cerebro no está funcionando de manera óptima; se vuelve incómodo y menos adaptado a las emociones de los demás”. Practicar lo que planea decir “le ayudará a sentirse más seguro”. Pero no espere demasiado antes de dar las noticias, dice Weintraub. “No quiere que un empleado descubra que no recibió la promoción a través del anuncio de Facebook de otra persona”, dice. “Si se filtran las noticias, es difícil recuperarse. Pierde la confianza y el respeto” en la relación.

Sea transparente

Cuando se trata de “explicar cómo se tomó la decisión”, más información es siempre mejor, dice Grant. “Suponemos que otras personas entienden nuestros pensamientos e intenciones, pero eso es casi universalmente falso”, agrega. Debe describir “el contexto organizacional” y los “factores que intervinieron en la decisión de contratación”. En este sentido, “crea un sentido de justicia procesal” para que su empleado sepa que el proceso fue justo. “Por supuesto, esta explicación es más fácil de proporcionar si ha estado ‘al tanto’ sobre lo que la gente debería esperar desde el comienzo”, dice Weintraub, que incluye cómo funcionarán las entrevistas y evaluaciones y cuánto tiempo puede necesitar para la toma de una decisión.

Sea empático

Haber sido ignorado hace daño personal y profesionalmente, por lo que como gerente, debe pensar en “cómo retener a su empleado, tanto dentro de la organización como psicológicamente”, dice Weintraub. Tenga en cuenta la autoestima de su empleado. Sugiere que se diga algo similar a esto: “Solo consideramos candidatos calificados y competentes. Solo tenemos una posición abierta y otra persona la obtuvo. Quiero agradecerle por aplicar y seguir el proceso. También quiero que sepa que usted es una parte valiosa e importante de esta organización”. Es importante validar a la persona para que no se vuelva paranoica. No quiere que la persona se pregunte: “¿Hay algo que están tratando de decirme?” Grant recomienda brindar comentarios positivos “específicos y basados en el comportamiento”. “Evite los tópicos”, explica, y añade: “A la gente le gusta saber lo que están haciendo bien”.

Hablar sobre desarrollo por separado

Es probable que la primera pregunta de su empleado sea por qué no consiguió el ascenso. “Es una pregunta justa”, dice Weintraub, que añade: “Debe de estar preparado para responder”. Pero no permita que la conversación se convierta en una revisión de rendimiento: “No es el momento de una conversación de desarrollo. Desea evitar dar a la persona comentarios negativos sobre fallos o deficiencias, en particular los comentarios que nunca antes haya escuchado”. Si el empleado solicita una respuesta, puede indicar con suavidad cierta “experiencia, disciplina o conjunto de habilidades” que encontró que falta, y luego dice: “Me encantaría continuar esta conversación más allá, así que establezcamos un momento para hablar sobre la mejor manera de brindarle la experiencia que necesita”. Asegúrese de cumplir, así deja claro que no está rechazando a la persona.

No prometer demasiado

Uno de los mayores peligros de ofrecer este tipo de noticias es suavizarlo con promesas que quizás no pueda cumplir, dice Weintraub. “En su deseo de minimizar su propia incomodidad, podría decir algo así como: ‘La próxima vez conseguirá el trabajo'”. Pero no sabe lo que depara el futuro. Si promete la próxima promoción y esta no ocurre, “eso realmente dejará [al empleado] disgustado”. Grant está de acuerdo: “Es humano querer compensar a la persona, pero debe resistir ese impulso”. Sugiere decir algo como: “Tengo mucha confianza en que puedes obtener la próxima promoción”.

Realize un seguimiento

Incluso si su empleado responde con calma a las noticias, “tenga en cuenta que esa no es necesariamente su reacción real”, dice Weintraub. “A menudo, cuando recibe malas noticias, especialmente si son inesperadas, no puede procesarlas en el momento”, dice. “Está en un estado de shock o sorpresa. Puede ser que más tarde esta persona le diga a un amigo u otra persona importante que no consiguieron el trabajo y se sienten molestos“. Por lo tanto, es importante mantener un contacto frecuente con un empleado que ha sido ignorado, enfatizando el valor de la persona y “dando comentarios sobre el desarrollo, ayuda y orientación”, dice Grant. “Hable sobre las formas en que esta persona puede crecer y mantener el “enfoque en el futuro”.

Principios para recordar

Hacer:

• Mostrar compasión. Sea consciente y respetuoso de la autoestima de su empleado.

• Elogie y valide a su empleado.

• Discuta el plan de crecimiento y desarrollo de sus empleados en una reunión por separado.

No hacer:

• Dejar las cosas para más tarde. Entregue las noticias a tiempo.

• Improvisar. Planifique lo que dirá y cómo lo va a decir.

• Prométer a su empleado la próxima promoción. Lo más probable es que no pueda ofrecer esa seguridad.

 

Ejemplo nº 1: Sea honesto y directo, y no haga ninguna promesa
A lo largo de su carrera, Tania Salgado-Nealous, vicepresidenta de Recursos Humanos y Operaciones en Vectorworks, la compañía de software de diseño, ha tenido que decirles a muchas personas que han sido ignoradas por las promociones. Nunca es fácil, pero ella trata de ser filosófica al respecto.

“Tengo la conciencia tranquila cuando sé que los responsables de la toma de decisiones consideraron qué oportunidad le daría más éxito al empleado”, dice. “Cuando las personas saben que usted tiene sus mejores intereses en mente, y que quiere que tengan éxito y que no asuman demasiado antes de que estén listos, esto ayuda muchísimo”.

Hace unos meses, Tania tuvo que decirle a un miembro del equipo junior, Cindy, que no era del todo adecuada para un trabajo que ella quería. “Fue un rol especializado, que requirió al menos tres años de experiencia práctica”, explica Tania, “y Cindy no tenía el conjunto necesario de habilidades particulares”.

Una vez que se tomó la decisión, Tania se reunió con Cindy uno a uno y le dio la noticia “de manera empática pero directa”, explicando por qué la habían ignorado y cuánto apreciaba la compañía su trabajo en su puesto actual.

“Me aseguré de decirle a Cindy que ella es un activo valioso y destaqué lo talentosa que es y que es excelente en lo que hace”, dice.

Tania también agradeció a Cindy por postularse para el trabajo. “Dije que era encomiable que quisiera arrojar su sombrero al ring”, dice. Sin embargo, no llegó a hacerle promesas sobre trabajos futuros.

Cindy estaba decepcionada, pero parecía reaccionar bien ante las noticias. “Ayudó que ella supiera que la posición era un desafío”, dice Tania.

Poco después de esta charla, Tania se reunió nuevamente con Cindy para hablar sobre el desarrollo profesional. “Fue muy importante asegurarse de que ella se mantuviera comprometida. Le comuniqué que, aunque en este momento no tiene el conjunto de habilidades ni la experiencia para tener éxito en ese rol, trabajaremos con ella para lograrlo”.

Tania presentó un plan que incluía más formación y dijo que encontraría oportunidades para que Cindy se asocie con el nuevo miembro del equipo, “no tanto en un formato de trabajo en la sombra, sino de manera colaborativa”.

Ejemplo nº 2: Programe una reunión por separado para analizar el desarrollo y la progresión profesional
Cuando Anne Leyden, vicepresidenta ejecutiva de recursos humanos en TransUnion, la agencia de informes de crédito al consumidor, tiene que entregar infelices noticias de promoción a un miembro del equipo, sigue una regla simple. “Lo que este empleado necesita de usted más que nada es honestidad y respeto”, explica. Entonces eso es lo que ella entrega.

Hace muchos años, después de una adquisición, Anne tuvo que decirle a “Charlie” que había sido ignorado por un ascenso que estaba seguro de que obtendría.

Desde el principio, ella fue clara sobre cómo se tomaría la decisión. Le dijo a Charlie y al otro individuo que competía por el trabajo “cuáles eran los pasos, quién iba a participar, los criterios que usábamos para evaluar a los candidatos” y cuánto tiempo tomaría.

Cuando la otra persona consiguió el trabajo, Anne fue directa con Charlie. “Dije, ‘tengo noticias decepcionantes'”, recuerda.

Ella luego lo validó. “Dije: ‘Nadie tomó esta decisión a la ligera. Y todos aquí piensan muy bien de ti y eres considerado como alguien valioso aquí'”.

Luego, ella lo guio brevemente por los motivos de la decisión. Era simplemente una cuestión de habilidades: Charlie carecía de ciertas capacidades funcionales necesarias para tener éxito en el rol y el otro candidato estaba más calificado. Charlie se quedó visiblemente decepcionado Anne le dejó hablar sobre su decepción. “Casi siempre escuché, pero también dije que hablaríamos sobre las experiencias y la exposición para asegurarnos de que estaba en el radar para las oportunidades futuras”, explica.

Al día siguiente, Anne programó una reunión con Charlie para hablar de sus planes de carrera. “Quería hablar con él de inmediato”, dice ella. “No quería que (los malos sentimientos) perduraran porque podrían socavar su poder, confianza y capacidad para superarlo”.

Hablaron sobre proyectos que él podría ejecutar, y ella sugirió reuniones a las que debería asistir. “Quería asegurarme de que las palabras que dije sobre su valor para la organización cobraron vida”, dice y concluye: “Creo que le ayudó a seguir adelante”.

A menudo creemos que desarrollar una voz propia de líder es lo mismo que encontrar maneras de parecer más seguro. Damos por hecho que el éxito depende de imitar a otro, aumentar nuestro autobombo o hablar más alto que los demás. Sin embargo, en vez de vivir con el síndrome del impostor o sentirnos exhaustos por mantener cara de póker todo el día, podemos construir una confianza verdadera en nosotros mismos centrándonos a diario en cultivar muchas partes distintas de nuestra voz de líder. En definitiva, debería cultivar suficientes partes para que, independientemente de la situación de liderazgo o el público al que se enfrente, pueda responder de una manera auténtica, constructiva y efectiva. Así que, ¿cuáles son las voces dentro de usted a las que debe escuchar y que debe ir cultivando? ¿Y cuáles son las situaciones que justifican cada voz?

La voz de carácter. Debe tenerla en cuenta, ante todo. Es la parte de tu voz que es constante y consistente. Se basa en principios fundamentales sobre quién quiere ser y que es lo que guía y motiva sus interacciones con otros. Algunos líderes han compartido conmigo que mantienen principios clave como “conceder el beneficio de la duda”, “no tomarse las cosas personalmente”, “centrarse en lo que es lo mejor para el negocio” o “ser directo de manera respetuosa” cuando están teniendo una conversación difícil, una reunión o un conflicto potencial. Apoyarnos en el carácter que sabemos que tenemos impide que nos convirtamos en camaleones, tengamos reacciones de lucha o huida o solamente mostremos respeto cuando hay una ganancia o beneficio comercial y seamos descorteses con otros que consideramos que tienen menos valor. La voz del carácter es, en definitiva, la definición de quién es y las intenciones y las motivaciones que guían su discurso y sus acciones.

La voz de contexto. Mientras asume puestos cada vez superiores, su vista y perspectiva de negocios crecen. Tiene una imagen más completa. Entones, parte del trabajo se convierte en encontrar maneras de expresar y comunicar esa imagen completa a otros. A menudo, mientras corremos contrarreloj, nos sumergimos directamente en los detalles de la presentación, reunión o conversación, sin tomarnos unos minutos extra para sentar unas bases adecuadamente o compartir un contexto crítico. Algunos momentos en los que puede utilizar más su voz de contexto son:

  • Al compartir la visión, estrategia o cambios organizativos próximos con otros.
  • Al realizar presentaciones a ejecutivos, para ser claro sobre por qué está allí y qué necesita.
  • Al poner en marcha una reunión con su equipo y presentar la perspectiva general del tema tratado.
  • Al hacer que sus criterios de toma de decisiones o razonamiento sean transparentes para los demás.

La voz de la claridad. En un mundo de lugares de trabajo de alta intensidad, tiene la oportunidad de ser la voz de la claridad y ayudar a su equipo a mantenerse centrado en las prioridades más importantes. Los líderes que visualizan nuevas posibilidades, reflexionan en voz alta o tienen reacciones reflejas corren el peligro de que los equipos traten de trabajar a su antojo y acaben dispersos, diluidos y descentrados, dejando sin cumplir sus entregas en las victorias posiblemente más importantes. Estas son algunas maneras de ser la voz de la claridad para ayudar a canalizar la energía de los motores de los demás de manera más productiva:

  • Al comienzo del año, siéntese con cada informe para priorizar y aclarar cuáles son los posibles grandes triunfos en cada una de las áreas. Una de mis clientas me contó que pregunta a cada miembro: “si fuéramos a publicar esto en un periódico, ¿qué te gustaría que dijeran los grandes titulares sobre ti y tu equipo al final del año?”.
  • Vuelva periódicamente a ayudar a los compañeros que le reportan directamente, a priorizar sus tareas. Puede hacer esto en reuniones privadas o con su equipo al completo.
  • Dé la capacidad a su equipo de decir “no”.

La voz de la curiosidad. Como líder, tiene la responsabilidad de dirigir, compartir información y tomar decisiones importantes. No obstante, debe estar seguro de que no enfoca cada situación como si tuviera todas las respuestas o como si debiera asesorar sobre cada una de ellas, resolver todos los problemas o arreglar todo lo que encuentre. En muchos casos, ser la voz de la curiosidad es la mejor elección. Como uno de mis clientes una vez compartió conmigo sobre cómo enfrentarse al rechazo de los demás, “aunque confío en mi propio juicio de los negocios y en mis instintos, sé que mi organización ha contratado a personas muy inteligentes. Por lo tanto, si uno de mis compañeros o un miembro de mi equipo tiene una perspectiva distinta o rechaza algo, no me lo tomo como algo personal. En cambio, tengo mucha curiosidad por entender su razonamiento para que podamos encontrar la mejor solución”. Algunas situaciones en las que usar su voz de la curiosidad puede ayudarle a usted y a sus compañeros a progresar son estas:

La voz de conexión. Según crezca el alcance de su control o influencia, puede ser cada vez más difícil conectar con una cantidad creciente de compañeros, redes estratégicas y equipos. A menudo tenemos a personas trabajando para nosotros en niveles mucho más bajos de la organización y, por ello, dejamos de conocer a todo el mundo en nuestra área y debemos buscar maneras de mantenernos en contacto y visibles. Hay distintas maneras de ser la voz de la conexión. Algunas maneras en las que he visto a alguien o hacer esto efectivamente son:

  • Aumente su habilidad de cuentacuentos. Las historias hacen que nuestros puntos sean memorables e importantes. Pueden avivar un discurso de apertura o una reunión de todos los empleados, ayudar a explicar claramente un punto importante de la presentación o ayudar a cerrar un acuerdo o transacción.
  • Dé las gracias y reconocimiento a los demás. Nuestros equipos y compañeros a menudo hacen todo lo posible para asegurarse de que se cumple con los resultados, los ingresos son altos y los clientes están satisfechos. Cuando utilizamos nuestra voz de la conexión, recordamos expresar gratitud a un equipo que trabajó durante las vacaciones para cerrar las finanzas al final del trimestre o hablar con un compañero que hizo una valiosa presentación o recomendación para nosotros.
  • Invierta algunos minutos en alguna actividad para romper el hielo al comienzo de una conversación o reunión. A menudo, queremos ir directamente a los negocios, y por eso nos saltamos los juegos o cumplidos que ayudan a construir relaciones con otros. Cuando sea posible, y especialmente con compañeros que valoran este tipo de conexión, dedique unos minutos a conectar antes de comenzar con el trabajo. En los días en los que tenemos poco tiempo, dígalo desde el principio y de manera transparente, para no crear ningún malentendido. Puede comentar algo como “estamos un poco limitados de tiempo hoy, así que sería genial si pudiéramos empezar directamente”.

Descubrir y desarrollar su voz como líder es el trabajo de toda una vida. La clave es mantenerse abierto a la vez que aumentan la cantidad de situaciones y personas. Aproveche cada situación como una oportunidad de acceder a más partes de su voz, en vez de tener un enfoque de “una vale para todas”. Utilice sus voces de carácter, contexto, curiosidad, claridad o conexión en el momento o situación adecuados. A través de este tipo de aprendizaje y crecimiento, no solamente aumentará su confianza interna y resistencia, sino que también inspirará la confianza de los demás de una manera más auténtica e impactante.

Los empleados con mayor potencial representan el 5 % de la plantilla de una empresa. Estas personas están consideradas como las más capaces, motivadas y con más probabilidades de ascender. Para ayudarles a prepararse para asumir puestos de mayor responsabilidad, las empresas suelen implementar programas de formación de empleados de alto potencial (HIPO, por sus siglas en inglés).

Pero según nuestros datos, más del 40 % de las personas incluidas en los HIPO no debería estarlo. Para demostrarlo, analizamos las capacidades de liderazgo de 1.964 empleados mediante una evaluación 360º (que incluye las valoraciones de sus responsables inmediatos y de sus compañeros y subordinados). Todos ellos habían sido calificados como de potencial alto por tres organizaciones y, de media, cada uno de ellos recibió 13 valoraciones distintas. Nuestro anterior trabajo ya demostró que esta técnica de evaluación estaba, en gran medida, correlacionada con datos sobre el rendimiento, como una mayor participación, menor rotación y mayor productividad. Cuanto más alto puntuara un líder, mejores eran sus resultados.

Sin embargo, cuando estudiamos a los participantes de los programas HIPO, el 12 % se encontraba en el cuartil inferior de eficacia de liderazgo. A nivel general, el 42 % obtuvo notas por debajo de la media, lo que los aleja mucho del 5 % superior.

Entonces, ¿cómo llegaron a ser catalogados como empleados de alto potencial? Resultó que todos ellos compartían cuatro características similares, y que este patrón se repetía en las tres compañías:

  • Tienen experiencia técnica y profesional. A menudo se dice que la persona que más probabilidades tiene de ser ascendida es el mejor ingeniero, químico, programador o contable. Tener conocimientos y experiencia contribuye mucho al reconocimiento de una persona. Y es cierto que la experiencia técnica sí es importante para los mánagers. Sin embargo, es esencial entender que lo que una persona hizo para que se le invitara a la fiesta, no basta para mantenerle dentro de la fiesta. La gente que está técnicamente capacitada, pero carece de cualidades de liderazgo necesita desarrollar esas aptitudes.
  • Toman la iniciativa y ofrecen resultados. Los altos líderes de una organización estaban dispuestos a obviar la falta de dotes de liderazgo de un empleado que solía ser productivo y estaba muy motivado. Tal vez esto no sorprenda, ya que más de 85.000 mánagers afirmaron que lo que más ayudaba al éxito de un trabajador es “impulsar resultados”. Los resultados sí importan, pero a veces un colaborador individual destacado debería mantenerse como tal, en lugar de convertirse en jefe.
  • Cumplen con los compromisos de forma sistemática. Cuando un empleado dice que “hará algo” es que lo va a hacer. Inevitablemente, esto genera confianza en un individuo y la voluntad de mirar más allá de otras capacidades que no sean excelentes. Esta capacidad no ofrece ninguna desventaja, al menos hasta que esa persona asciende y se ve desbordadapor encargos que se ha comprometido a cumplir. Hemos descubierto que la gente que carece de capacidades de liderazgo no se fía lo suficiente de sus equipos como para delegar tareas e involucrar a otros. Esto provoca que se ahoguen en sus compromisos.
  • Encajan con la cultura de la organización. Además de estas capacidades, resulta que la gente cuyo rendimiento en los HIPO estaba por debajo del óptimo tendía a recalcar una cualidad específica valorada por su empresa. Una de ellas, por ejemplo, tenía una cultura que confería un gran peso a ser simpático. Los empleados que mostraran consideración y preocupación por los demás solían incluirse entre los HIPO a pesar de su falta de dotes de liderazgo. Las otras dos organizaciones valoraban que las personas se ofreciesen voluntarias para nuevos programas o iniciativas. La gente con esa actitud se veía premiada con su participación en el programa HIPO, incluso cuando no era eficaz en otros aspectos de su trabajo. Prestar atención a lo que valore una organización puede ayudar a un individuo a darse a conocer.

También nos fijamos en que los HIPO de peor rendimiento normalmente carecen de aptitudes como la visión estratégica y la capacidad de motivar a los demás. Cuando las empresas seleccionan a los empleados que integrarán los programas HIPO, deberían buscar señales de estas aptitudes (que son imprescindibles para avanzar en la jerarquía organizativa) y no poner tanto énfasis en cosas como el encaje cultural y los resultados individuales.

Para la organización, llenar el programa HIPO con personas que no tienen potencial de liderazgo supone varios riesgos. Los líderes pueden creer que tienen una cantera adecuada de liderazgo cuando en realidad tienen menos de la mitad. Y lo que es más grave, la empresa puede estar obviando a otros empleados que de verdad podrían ser grandes líderes, incluso si no cuadran con el estereotipo de un líder de potencial alto.

Pero aquellos que integran los HIPO sin merecerlo tampoco están en una buena situación. Podrían creer que sus carreras están bien encaminadas cuando en realidad pueden haberse visto encauzados hacia una dirección que resulta menos que ideal para ellos. Estos miembros tienden a ser colaboradores individuales extremadamente eficaces, aunque no estuvieran preparados para asumir un puesto alto. Estas son las personas que la organización quiere retener (lo que podría representar otro motivo para enviarlos al programa HIPO, porque a la dirección no se le ocurre otra forma de premiar a los mejores trabajadores). Cuando las empresas empujan a sus mejores empleados a puestos de dirección para los que no están preparados, corren el riesgo de perderlos y de desmotivar a los equipos que ahora dependen de un jefe incompetente.

Pero no está todo perdido. La gente menos cualificada para el programa HIPO pero que sí aspira a ascender debería centrarse en aprender y practicar las aptitudes de liderazgo requeridas. Creemos firmemente que los HIPO con déficit de liderazgo pueden llegar a desarrollar excelentes capacidades, pero la mayoría de ellos no se dan cuenta de que les falta formación. Formar parte del programa HIPO camufla sus carencias. Así que eche un vistazo sincero al espejo e identifique lo que necesita aprender.

En cuanto a los mánagers que dirigen el programa HIPO y seleccionan a los participantes,sugerimos que tengan algo más de cuidado con las personas a las que consagren.

A principios de 2016, Google anunció que había descubierto la clave del equipo perfecto. Tras años de analizar entrevistas y datos de más de 100 equipos, para impulsar un rendimiento de equipo eficaz, se hace necesario un nivel medio de inteligencia emocional en el grupo y un altogrado de comunicación entre sus miembros. La receta de Google de ser agradable y sumarsetiene mucho sentido.

Lo que tal vez sí sorprenda sea que la investigación de Google sugiere que los tipos de personas que componen el equipo no son tan relevantes. Aunque puede que eso sea cierto en Google, famosa por seleccionar a los empleados en función de su personalidad (o “Googlinidad“), el hallazgo no encaja con otras pruebas científicas que indican que las personalidades de los individuos juegan un importante papel en determinar el rendimiento del equipo. En particular, la personalidad afecta a:

  • El rol que se tiene dentro del equipo
  • La interacción con el resto del equipo
  • La alineación de valores (creencias centrales) con los del resto del equipo

De forma importante, los procesos descritos anteriormente tratan de factores psicológicos (en lugar de aptitudes técnicas) que afectan tanto el rendimiento individual como el del equipo. Estos factores psicológicos son los que más determinan si la gente trabajará bien junta. Si el encaje del equipo sólo estuviera asociado con las capacidades y la experiencia, Donald Trump podría invitar a Bernie Sanders a trabajar en su administración, pero es improbable que funcionasen bien juntos. Del mismo modo, suelen existir importantes diferencias de compatibilidad entre usted y sus compañeros, sin importar cuán similares sean sus experiencias y formaciones técnicas.

Por ejemplo, un estudio de 133 equipos de la industria manufacturera encontró que los niveles más altos de sensibilidad interpersonal, curiosidad y estabilidad emocional se asociaron con los equipos más cohesionados y aumentaron los comportamientos prosociales entre los miembros del equipo. Los equipos más eficaces estaban dominados por personas curiosas, altruistas y serenas. En la misma línea, un gran metaanálisis demostró que las personalidades de los miembros del equipo influyen en la cooperación, el intercambio de conocimiento y el rendimiento general del equipo. En otras palabras: quiénes somos, afecta cómo nos comportamos y cómo interactuamos con otras personas, por lo que las personalidades de los miembros del equipo actúan como diferentes funciones de un único organismo.

Considere la tripulación que algún día (¿de un futuro próximo?) viajará hasta Marte, tal vez a las órdenes de Elon Musk o una de las agencias espaciales gubernamentales. Las simulaciones de tales viajes juntan a los astronautas en espacios reducidos durante cientos de días. Estas experiencias muestran que la tripulación crea diferentes grupos en función de la similitud de valores, y que niveles más altos de afabilidad y más bajos de inestabilidad emocional predicenmejor la cohesión del equipo y su cooperación.

Una manera útil de pensar en equipos con la mezcla correcta de aptitudes y personalidades consiste en considerar los roles que cada uno juega en un grupo de trabajo: un rol funcional, basado en su posición formal y sus capacidades técnicas, y un rol psicológico, basado en el tipo de persona que es. Demasiado a menudo, las organizaciones se centran únicamente en el rol funcional y esperan que de alguna manera le siga un buen rendimiento de equipo. Por esto, incluso los equipos deportivos con mayores recursos, a menudo, no consiguen rendir de acuerdo al talento individual de cada jugador: no existe ninguna sinergia psicológica. Un enfoque más eficaz (como el ejemplo de la misión a Marte) se centra tanto en las personalidades  como en sus aptitudes individuales.

En nuestro propio trabajo, encontramos que los roles psicológicos de equipo son en gran parte un producto de las personalidades de sus miembros. Por ejemplo, considere los siguientes perfiles de miembros de un equipo:

  • Orientados a los resultados. Los miembros del equipo que organizan el trabajo de manera natural y asumen el mando tienden a ser socialmente seguros de sí mismos, competitivos y enérgicos.
  • Centrados en las relaciones. Los miembros del equipo que se centran de forma natural en las relaciones están compenetrados con los sentimientos de los demás y se les da bien cohesionar el grupo. Tienden a ser cálidos, diplomáticos y accesibles.
  • Seguidores de procesos y reglas. Los miembros del equipo que prestan atención a los detalles, procesos y reglas tienden a ser fiables, organizados y concienzudos.
  • Pensadores innovadores y disruptivos. Los miembros del equipo que se centran de manera natural en la innovación, se anticipan a los problemas y reconocen cuando el equipo necesita cambiar, tienden a ser imaginativos, curiosos y abiertos a nuevas experiencias.
  • Pragmáticos. Los miembros de equipo que son prácticos y realistas desafiadores de ideas y teorías tienden a ser prudentes, emocionalmente estables y sensatos.

Observar el equilibrio de roles dentro de un equipo ofrece extraordinarios conocimientos sobre sus dinámicas. También indica la probabilidad de éxito o fracaso en una tarea asignada. Por ejemplo, trabajamos con un equipo de finanzas encargado de lanzar un producto nuevo de informes empresariales para transformar la cultura de una sobria agencia gubernamental. Pero el porcentaje de actores en cada rol demostró que el equipo estaba condenado al fracaso:

  • El 17 % de los miembros del equipo estaba orientados a los resultados.
  • El 100 % de los miembros del equipo eran pragmáticos.
  • El 0 % de los miembros del equipo eran innovadores.
  • El 50 % de los miembros del equipo estaban orientados a procesos.
  • El 0 % de los miembros del equipo eran buenos desarrolladores de relaciones.

Puesto que nadie desempeñaba el rol de construcción de relaciones, el equipo carecía de cohesión interna y no logró establecer ninguna conexión con los líderes de primera línea a los que se les requirió adoptar el nuevo proceso de contabilidad del equipo. De forma parecida, con tan sólo unos pocos miembros desempeñando un rol orientado a resultados (y un líder que no era uno de ellos), al equipo le resultó difícil impulsarse hacia delante.

A la inversa, cuando demasiada gente juega el rol de desarrollo de relaciones esto puede producir un entorno bonito, casi empalagoso, con apenas desafíos o demasiada poca contención, como sucedió con el equipo de liderazgo de esta organización de trabajo social:

  • El 0 % de los miembros del equipo estaban orientados a los resultados.
  • El 0 % de los miembros del equipo eran pragmáticos.
  • El 29 % de los miembros del equipo eran innovadores.
  • El 29 % de los miembros del equipo estaban orientados a procesos.
  • El 86 % de los miembros del equipo eran buenos desarrolladores de relaciones.

En este ejemplo, el equipo dedicó demasiado tiempo a generar armonía y cohesión y demasiado poco a lograr resultados. Cuando uno se centra demasiado en llevarse bien con los compañeros, probablemente no le quedará demasiado tiempo ni energía para adelantarse a otros equipos u organizaciones.

Es muy útil utilizar estos tipos de perfiles para evaluar cómo impactará el rendimiento y la dinámica del equipo en un nuevo integrante. Como dijo la célebre investigadora de equipos, Suzanne Bell, que trabaja en el proyecto de Marte de la NASA: “suponemos que los astronautas son inteligentes, que son expertos en sus áreas técnicas y que disponen de al menos alguna capacidad de trabajo en equipo; lo que resulta complicado es compenetrarse bien entre sí“.

Por tanto, hacer una evaluación individual completa puede ofrecer conocimientos fundamentales sobre cómo trabajarán juntas determinadas personas, y puede ayudar a resaltar áreas de conflicto y afinidad. Cualquier resultado de valor se produce como el por el esfuerzo en equipo, en el que la gente aparca sus intereses egoístas para lograr algo, de manera colectiva y que no podría haber logrado sola. Los equipos más exitosos aciertan con esta combinación de personalidades.

En los últimos años, el fomento de cambios y transformaciones en las organizaciones con el objetivo de que éstas sean innovadoras se ha generalizado. El papel que el liderazgo juega en ello ha sido objeto de la atención de los investigadores en el tema. En concreto, el liderazgo transformacional ha sido considerado como unos de los tipos de liderazgo más adecuados para impulsar los procesos de cambio e innovación en las organizaciones. Los líderes transformacionales comunican una visión clara, inspiran al compromiso con esa visión y logran confianza y motivación de los subordinados. En consecuencia, los subordinados tienden a actuar más allá de sus propias expectativas de tal modo que fomentan la efectividad organizacional (Bass, 1985Howell y Avolio, 1993Masi y Cooke, 2000Tyssen, Wald y Heidenreich, 2014Wang, Oh, Courtright y Colbert, 2011). Los componentes principales del liderazgo transformacional son: a) carisma e influencia idealizada, b) inspiración motivacional, lo cual implica el origen de un modelo de rol carismático y la articulación de una visión de futuro que puede ser compartida, c) atención a las diferencias individuales y d) la estimulación intelectual definida como cuestionamiento de las viejas asunciones y del statu quo (Bass, 1997Judge y Piccolo, 2004).

La capacidad del líder para inspirar, motivar y crear compromiso con los objetivos comunes es crucial (Avolio, Walumbwa y Weber, 2009Bass, 1997García-Guiu, Molero y Moriano, 2015). Estas destrezas son similares a aquellas descritas en el liderazgo transformacional (Bass, 2008). A diferencia de las teorías del liderazgo tradicional, las cuales se focalizan sobre todo en los procesos racionales, las teorías del liderazgo transformacional y carismático (House, Hanges, Javidan, Dorfman y Gupta, 2004) enfatizan las emociones y los valores y dan por hecho que líderes y subordinados se impulsan mutuamente hacia niveles más altos de moralidad y motivación. Así, los líderes transformacionales amplían y elevan el interés de los subordinados, generando conciencia y aceptación entre los seguidores y motivando a los subordinados a ir más allá del interés personal por el bien del grupo (Bass, 1997Wang et al., 2011).

El liderazgo transformacional ha sido vinculado al compromiso del empleado con la organización (Barling, Weber y Kelloway, 1996Tyssen et al., 2014), satisfacción en el trabajo y satisfacción con el líder (Azanza, León y Alonso, 2013Lowe, Kroeck y Sivasubramaniam, 1996Podsakoff, Mackenzie y Bommer, 1996) y bajo nivel de estrés en el trabajo (Nielsen y Munir, 2009Offermann y Hellmann, 1996). La investigación ha mostrado que el liderazgo transformacional está relacionado con el logro organizacional y “comportamientos cívicos”, así como con el compromiso, satisfacción y confianza por parte de los subordinados (Judge y Bono, 2000Masi y Cooke, 2000Pillai, Schriesheim y Williams, 1999Podsakoff et al., 1996). Más allá de los niveles individuales, también ha sido documentada su efectividad en equipos y organizaciones transformacionales (Bass, 1997Hofmann y Jones, 2005Wang et al., 2011).

El liderazgo transformacional ha sido comparado con el liderazgo transaccional. En este último, la cooperación se obtiene mediante el intercambio de recompensas (Bass, 1985Judge y Piccolo, 2004Lowe et al., 1996). Aquí, el foco de atención se pone en la eficiencia a partir de reforzar los niveles negociados de rendimiento. Así, para el logro del rendimiento esperado, los líderes transaccionales proporcionan recompensas adecuadas a los resultados. Sin embargo, mientras los líderes transaccionales motivan a los subordinados a actuar como se espera, el líder transformacional inspira a los seguidores a superar sus propias expectativas, logrando más de lo que de sí mismo podían esperar en un principio. Los líderes han de dirigirse a la valía de los seguidores para conducirles al compromiso con la organización, siendo este uno de los motivadores más robustos que el liderazgo transformacional añade al intercambio transaccional (Shamir, 2007). Según la hipótesis del aumento (augmentation hypothesis), propuesta por Bass y colaboradores (Bass, 1985Bass, Avolio, Jung y Berson, 2003), el liderazgo transformacional aumenta el poder explicativo del liderazgo transaccional para predecir la satisfacción y el logro de los subordinados. Existen algunos estudios que reportan investigaciones en este sentido, cuyos resultados han confirmado la propuesta inicial (Hater y Bass, 1988Judge y Piccolo, 2004Wang et al., 2011).

El análisis del liderazgo en relación a las diferencias de género introduce un nuevo elemento que plantea que las mujeres directivas puntúan más alto que los hombres en liderazgo transformacional (influencia idealizada, motivación y consideración individualizada), así como en la recompensa contingente del liderazgo transaccional. Por su parte, los hombres puntúan más alto que las mujeres en liderazgo transaccional (manejo activo por excepción, manejo pasivo por excepción y laissez faire) debido a que las mujeres tienen más rasgos expresivos y comunales y los hombres más rasgos agénticos e instrumentales (Eagly, Johannesen-Schmidt y van Engen, 2003).

La comprensión de las semejanzas y diferencias expuestas en relación al liderazgo puede resultar altamente beneficiosa para la dirección y gerencia efectivas (Gundersen, Hellesøy y Raeder, 2012Segalla, Fischer y Sandner, 2000), algo sustancialmente necesario en momentos de ampliación de mercados globales, de una creciente importancia y consideración de los equipos de trabajo culturalmente diversos y con una mayor movilidad laboral y expatriación.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, el objetivo de la presente investigación fue contrastar si en empresas del norte de España (País Vasco y Navarra) el liderazgo transformacional se asocia más fuertemente que los otros estilos de liderazgo a la percepción de los seguidores en relación con: a) la satisfacción (con el líder), b) la efectividad (del líder) y c) la motivación en el trabajo de los seguidores. Finalmente se explorará si existen diferencias de género en los estilos de liderazgo.

De acuerdo con los objetivos anteriormente expuestos, las hipótesis planteadas fueron las siguientes: 1) el liderazgo transformacional se asociará fuertemente a la satisfacción con el líder, la efectividad del líder y la motivación en el trabajo, 2) el liderazgo transformacional se asociará más fuertemente con estas variables que el liderazgo transaccional y el liderazgo evitativo y tendrá un mayor poder explicativo y 3) las mujeres directivas puntuarán más alto en liderazgo transformacional que los hombres.

Muestra y participantes

La muestra consistió en 47 directivos y 107 subordinados de diferentes organizaciones del norte de España (País Vasco y Navarra).

Los directivos y subordinados fueron reclutados en cuatro organizaciones diferentes de Vizcaya, Guipúzcoa y Navarra:

Centro 1: sociedad anónima de gestión pública de servicios de desarrollo económico local (n = 364 empleados).

Centro 2: centro de formación profesional e innovación tecnológica de referencia (n = 110 trabajadores distribuidos en las líneas de Formación Profesional y de Ingeniería).

Centro 3: centro de formación público (instituto de ESO y Bachiller; n = 67 empleados).

Centro 4: fundación que presta servicios socio-laborales, de residencia de menores y medioambientales (n = 164 empleados).

La muestra quedó compuesta finalmente por 154 personas (n = 47 directivos y n = 107 subordinados) entre 24 a 64 años (M = 39, DT = 9.6), de los cuales el 38% eran mujeres. De promedio, las personas participantes en este estudio llevaban 5.36 años (DT = 5.58) en su organización. El 76% de la muestra informó poseer estudios superiores y un 20% de nivel medio.

Procedimiento

Los criterios establecidos para el reclutamiento de directivos fueron llevar al menos 5 años en tareas de dirección en equipos directivos o en dirección de departamentos, descartándose miembros de consejos de administración, miembros de patronato así como cargos intermedios como, por ejemplo, coordinadores de áreas, supervisores o directores de proyectos.

Para captar a la muestra de subordinados, la alta dirección de las cuatro organizaciones presentó el estudio, al mismo tiempo que recomendaba la participación del personal en el mismo. Los subordinados del centro 1 se corresponden con un perfil técnico en servicios relacionados con el desarrollo socioeconómico, los del centro 2 se corresponden con profesorado de formación profesional tecnológica e ingeniería, los del centro 3, profesorado de ESO y Bachiller y los del centro 4, profesionales relacionados con la educación social, trabajo social, enseñanza y asistencia socio-sanitaria.

Los cuestionarios fueron distribuidos a los encuestados por correo y, una vez cumplimentados, fueron directamente entregados al investigador. Con ello se pretendía lograr el máximo de confidencialidad posible. Se aseguró tanto a directivos como a subordinados que todos los datos serían tratados confidencialmente y no incidirían de ninguna manera en su carrera profesional. Finalmente hubo una devolución personalizada de los resultados.

Instrumentos

Las evaluaciones de los liderazgos transformacional, transaccional y pasivo-evitativo, así como las medidas de resultados fueron obtenidas a partir del Multifactor Leadership Questionnaire – Form 5X (MLQ 5X; Bass y Avolio, 1995). Las medidas de resultados incluyen evaluaciones de la efectividad, satisfacción con el líder y motivación en el trabajo. Para superar los sesgos potenciales debidos a la misma fuente de datos y para poder establecer comparaciones se incluyeron separadamente índices de subordinados y de directivos.

En su adaptación española, el Cuestionario Multifactorial de Liderazgo (Avolio y Bass, 2004) fue utilizado para obtener una evaluación del comportamiento de liderazgo y de los resultados (consecuencias). El MLQ es un cuestionario que contiene 45 ítems que describen conductas y cada pregunta puede ser respondida en una escala de 5 puntos (0 = rara vez, 4 = frecuentemente). Las respuestas fueron recodificadas de 1 a 5 para poder ser comparadas con otros estudios. Este instrumento presenta reactivos vinculados a 4 dimensiones del liderazgo transformacional: influencia idealizada (8 ítems: α = .87 para la muestra total, α = .88 para subordinados, α = .85 para lideres, respectivamente), motivación inspiracional (4 ítems: α = .86, α = .85 y α = .87, respectivamente), consideración individualizada (4 ítems: α = .65, α = .59 y α = .68, respectivamente) y estimulación intelectual (4 ítems: α = .87, α = .87 y α = .88, respectivamente). Además presenta la dimensión de recompensa contingente (4 ítems: α = .69, α = .71 y α = .63 para lideres y subordinados, respectivamente), de dirección por excepción activa (4 ítems: α = .75, α = .76 y α = .73, respectivamente) y la dimensión de dirección por excepción pasiva (4 ítems: α = .65, α = .63 y α = .68, respectivamente) vinculadas al liderazgo transaccional según Bass y Avolio (19952000) y según Molero, Recio y Cuadrado (2010) solo las dos primeras. Finalmente, la escala contiene la dimensión de laissez-faire (4 ítems: α = .78, α = .80 y α = .70, respectivamente). Molero et al. (2010) suman esta dimensión con la dirección por excepción pasiva para construir una faceta de liderazgo pasivo-evitativo. La escala integra variables criterio como la satisfacción con el líder (2 ítems: α = .78, α = .80 y α = .72), efectividad del líder (4 ítems: α = 78, α = .77 y α = .82, respectivamente) y motivación en el trabajo (esfuerzo extra; 3 ítems: α = .81).

Debido a que las escalas construidas para medir aspectos de liderazgo transformacional presentan una alta correlación, se ha calculado una puntuación global mediante la suma de las puntuaciones de las cuatro escalas (alfa de Cronbach = .93). Este procedimiento ha sido sugerido en otros estudios (Carless, 1998Hofmann y Jones, 2005Molero et al., 2010Ross y Offerman, 1997). Las puntuaciones globales han sido también calculadas para las conductas del liderazgo transaccional y del pasivo-evitativo. La puntuación global del liderazgo transaccional incluye la recompensa contingente y la dirección por excepción (activa) (alfa de Cronbach = .78), mientras el liderazgo pasivo-evitativo (alfa de Cronbach = .81) incluye el liderazgo laissez-faire y la dirección por excepción (pasiva). En anteriores estudios, la dirección por excepción (pasiva) era incluida como subescala del liderazgo transaccional. Posteriores investigaciones, sin embargo, sugieren que el estilo de dirección por excepción (pasiva) debería combinarse con el liderazgo laissez-faire debido a que estas dos escalas correlacionan positivamente entre ellas y negativamente con el resto (Avolio, Bass y Jung, 1999Bass y Avolio, 2000; Den Hartog, Van Muijen y Koopman, 1997Molero et al., 2010). La última estructura que se aplica en este estudio proviene de renombrar la tercera dimensión, pasando de denominarse laissez-faire a liderazgo pasivo-evitativo.

Análisis estadísticos

Se realizaron pruebas t de Student para muestras dependientes (apareadas) para verificar si existían diferencias de medias entre directivos y subordinados en los diferentes tipos de liderazgo. Posteriormente, para examinar la fuerza de la asociación entre los tipos de liderazgo con las variables del estudio (satisfacción, motivación, efectividad), se calcularon las correlaciones de Pearson. Se compararon los tamaños de las correlaciones mediante pruebas Z de correlaciones independientes para contrastar la mayor asociación del liderazgo transformacional con las variables criterio. A continuación se realizaron sucesivos análisis de regresión lineal jerárquica. Por último, con el objetivo de contrastar la hipótesis de mediación, se utilizó el macro MEDIATE de SPSS con el modelo de mediación que estima simultáneamente efectos directos e indirectos con sus errores estándar y sus intervalos de confianza derivados de la distribución bootstrap (Preacher y Hayes, 2008). Es importante considerar que el efecto indirecto resulta significativo si el intervalo de confianza no pasa por el valor cero. Se utilizó la satisfacción con el liderazgo y la percepción de eficacia como mediadores, la motivación para trabajar extra como variable dependiente y los tres estilos de liderazgo como predictores.

RESULTADOS

Medidas descriptivas y comparación de medias entre tipos de liderazgo y directivos frente a subordinados

Las pruebas de t apareadas constatan que las medias del liderazgo transformacional son significativamente más elevadas que el transaccional en la muestra general, t(141) = 6.45, p < .001, en directivos, t(41) = 5.31, p < .001, y en trabajadores, t(97) = 4.24, p < .001. Las medias del liderazgo transformacional son también más altas que las del laissez-fairet(141) = 12.38, t(42) = 9.69 y t(97) = 8.79 (todas p < .001). Finalmente, las medias del liderazgo transaccional son más altas que las del laissez-fairet(141) = 10.96, t(42) = 8.56 y t(97) = 7.74 (todas p < .001). Además se constata que los subordinados perciben menor liderazgo transformacional y más pasivo que los directivos, no encontrándose diferencias en el liderazgo transaccional (ver tabla 1).

Tabla 1 Medias, desviación típica y tamaño de la muestra. Directivos y subordinados 

Asociación entre tipos de liderazgo, satisfacción, efectividad y motivación

El análisis de correlación revela que las variables de los tres tipos de conducta de liderazgo correlacionan significativamente con las variables resultado, tanto en las respuestas de los directivos como en el caso de los subordinados (tablas 2 y 3). Las comparaciones de correlaciones confirman que son significativamente más fuertes la correlación entre liderazgo transformacional con la satisfacción (Z = 3.28, p < .01), con la efectividad (Z = 5.51, p < .01) y con la motivación (Z = 3.2, p < .01) que el transaccional en el caso de los subordinados. En el caso de los directivos solo esta última asociación es más fuerte con el liderazgo transformacional que con el transaccional (Z = 2.01, p < .04), mientras que el liderazgo transaccional se asocia con fuerza similar al transformacional con la satisfacción y efectividad en el caso de los directivos.

Tabla 2 Subordinados: correlaciones entre variables del estudio 

Variables 1 2 3 4 5 6
1 Transformacional
2 Transaccional .81**
3 Pasivo-evitativo -.59** -.47**
4 Satisfacción .83** .67** -.59**
5 Efectividad .81** .49** -.56** .83**
6 Motivación en el trabajo .79** .67** -.49** .76** .76**

Tabla 3 Directivos: correlaciones entre variables del estudio 

Variables 1 2 3 4 5 6
1 Transformacional
2 Transaccional .78*
3 Pasivo-evitativo -.60** -.41**
4 Satisfacción .81** .75** -.50**
5 Efectividad .76** .77** -.41** .82**
6 Motivación en el trabajo .86** .73** -.48** .74** .72**

A continuación se presentan los resultados de los análisis de regresión (tabla 4) con las tres variables de resultados como variables dependientes, y realizado de forma separada para directivos y subordinados. La tabla 4muestra los resultados de los análisis. Como puede verse, el liderazgo transformacional está fuertemente asociado con las medidas de resultados tanto en el caso de los subordinados como en el de los superiores. La parte de varianza explicada por el liderazgo transformacional resulta significativamente superior comparada con el resto en casi todos los resultados. Por otro lado, el liderazgo transaccional sólo muestra una asociación más importante con la alta efectividad para los superiores pero no para los subordinados.

Tabla 4 Análisis de regresión basado en el liderazgo transformacional, transaccional y pasivo-evitativo, con los resultados tomados como variables dependientes 

Se contrastó y verificó la hipótesis del aumento mediante regresiones jerárquicas para evaluar la varianza única explicada por el liderazgo transformacional (Wang et al., 2011). Se realizó una regresión lineal jerárquica introduciendo primero el liderazgo transaccional y el pasivo-evitativo, explicando estas variables el 54% de la varianza en la satisfacción. En una segunda regresión se incorporó el liderazgo transformacional, aumentando la R 2significativamente a .66. Este incremento del 12% de la explicación de la varianza es significativo, F (3, 124) = 81.64, p< .001. Por su parte, la regresión lineal jerárquica, introduciendo primero el liderazgo transaccional y el pasivo-evitativo, explicó el 56% de la varianza en la eficacia o efectividad. La segunda regresión, que incorporó el liderazgo transformacional, aumentó la R 2 significativamente a .67. Este incremento del 11% de la explicación de la varianza es significativo, F (3, 122) = 86.35, p < .001. Además, la primera regresión explicó el 50% de la varianza de la motivación en el trabajo y la segunda, incluyendo al liderazgo transformacional, el 69%. Este aumento fue también significativo F(3, 123) = 92.83, p < .001. En cambio, si se incluye al final el liderazgo transaccional, añadiendo primero el transformacional y laissez faire, la varianza explicada pasa de .66 a .69 en motivación en el trabajo, de .64 a .67 en efectividad-un aumento de solo el 3%, aunque significativo. En satisfacción, al agregar en la segunda regresión el transaccional no se genera varianza explicada, quedando en ambos casos el R 2 en .66.

Por último, se llevó a cabo un análisis de mediación (fig. 1) utilizando la motivación para trabajar extra como variable dependiente, el liderazgo transformacional como predictor, la satisfacción con el liderazgo y la percepción de eficacia como mediadores secuenciales y el liderazgo transformacional, el laissez faire y el cargo como covariables. La eficacia fue predicha positivamente por los liderazgos transformacional y transaccional y negativamente por laissez faire. La satisfacción fue predicha positivamente por el cargo (ser trabajador), el liderazgo transformacional y la eficacia. La motivación para trabajar extra fue predicha por el liderazgo transformacional y la satisfacción con líder. Se encontró un efecto indirecto a través de la satisfacción del liderazgo transformacional (β = 10, SE = 0.06, CI 95% [0.009, 0.275] y del liderazgo transformacional a través de la eficacia vía la satisfacción en la motivación para trabajar extra (β = 10, SE = 0.06, IC 95% [0.018, 0.272])

Los resultados refuerzan la hipótesis del aumento del liderazgo transformacional, ya que este es el único que predice la motivación a trabajar extra, agregando el matiz de que la satisfacción tiene más peso que la eficacia en reforzar la motivación, así como que el liderazgo transformacional al reforzar la eficacia y la satisfacción indirectamente aumenta la motivación (fig. 1).

DISCUSIÓN

Al hilo de estudios previos (Avolio y Bass, 1991, 2004; Dumdum, Lowe y Avolio, 2002Hater y Bass, 1988Lowe et al., 1996Trottier, Van Wart y Wang, 2008), confirmando la primera hipótesis, el liderazgo transformacional correlaciona positivamente con la eficacia percibida del directivo, el esfuerzo que señalan los subordinados que están dispuestos a realizar para cumplir con las tareas que su directivo les solicita, y el grado de satisfacción con el mismo. Ello reforzaría la idea de la existencia de un patrón jerárquico descendiente ya anticipado en los primeros desarrollos del modelo de liderazgo full range (Avolio y Bass, 1991Bass, 1985), replicado y confirmado de forma consistente e independientemente del nivel jerárquico del líder, según el cual los factores del liderazgo transformacional correlacionan (más que los transaccionales) con el esfuerzo extra, la satisfacción y la eficacia, y los comportamientos pasivo-evasivos se correlacionan negativamente con las medidas de desempeño. Según este patrón jerárquico descendente, las escalas transformacionales tienden a correlacionar más y de forma positiva con el desempeño evaluado como esfuerzo extra, eficacia y satisfacción y la recompensa contingente correlaciona con las medidas de resultado, aunque en menor grado que las escalas transformacionales; la dirección por excepción activa correlaciona levemente con las medidas de resultado y las escalas de dirección por excepción pasiva y laissez-faire correlacionan considerablemente y de forma negativa con esfuerzo extra, eficacia y satisfacción (Avolio y Bass, 2004).

Se constató que las medias del liderazgo transformacional son más elevadas que las del transaccional y ambas más elevadas que el pasivo-evitativo (o laissez-faire) en directivos y subordinados. Además, los trabajadores/subordinados perciben menor liderazgo transformacional y más pasivo que los directivos, sugiriendo que los primeros tienen una visión más crítica del liderazgo en sus organizaciones. Los resultados obtenidos proporcionan soporte sustantivo para estimar la superioridad de la práctica del liderazgo transformacional en las organizaciones de la muestra. De manera transversal a las cuatro organizaciones participantes en el estudio, el liderazgo transformacional muestra sólidas y consistentes relaciones con variables de resultados como satisfacción y motivación en el trabajo, independientemente de que la fuente de información sea la muestra de subordinados o la de los directivos. Los análisis de regresión jerárquica confirman que el liderazgo transformacional agrega entre un 11% y un 19% de varianza explicada en las variables criterio. En cambio, al entrar como última variable, el liderazgo transaccional solo agrega un 3% de varianza explicada en dos casos y no hay modificación en la satisfacción.

En relación con la efectividad, el liderazgo transformacional muestra una fuerte relación con la efectividad en la percepción de los subordinados, mientras que esa relación se da con el liderazgo transaccional de acuerdo con la percepción de los directivos. Así, la primera hipótesis se cumple en casi todos sus extremos. Los subordinados perciben que el liderazgo transformacional produce mayor satisfacción con el líder, mayor efectividad del líder y mayor motivación en el trabajo. Los directivos, por su parte, perciben que el liderazgo transformacional produce mayor satisfacción con el líder y mayor motivación en el trabajo. Hay, sin embargo, una excepción en la confirmación de la segunda hipótesis: los directivos perciben que el liderazgo transaccional se asocia más fuertemente al nivel de efectividad que el liderazgo transformacional. Este resultado muestra que los directivos de esta muestra confían más en el liderazgo transaccional a la hora de lograr mayor eficacia, aunque consideran que la satisfacción y la motivación se obtienen con el liderazgo transformacional.

Este resultado podría indicar la existencia de una separación en la concepción que tienen los directivos en lo que a obtener resultados estructurales se refiere (eficacia) o a obtener un buen clima laboral (satisfacción y motivación). Es posible que los directivos crean más útil clarificar las expectativas y recompensas para mejorar el rendimiento que enfatizar expectativas elevadas y visiones más movilizadoras. Por otro lado, se puede pensar que esta percepción de mayor eficacia del liderazgo transaccional para aumentar la eficacia de los directivos refleja un expertismo real, ya que un metaanálisis encontró que el liderazgo transaccional, en particular la recompensa contingente, reforzaba en mayor medida el rendimiento de rol que el transformacional, asociándose éste con más fuerza a mejor desempeño en tareas generales y mas contextuales (Wang et al., 2011)

Confirmando la segunda hipótesis, en línea con la hipótesis del aumento [augmentation hypothesis] (Avolio y Bass, 2004Bass, 1985), que sostiene que el liderazgo transformacional aumenta la capacidad explicativa del liderazgo transaccional para predecir la satisfacción de los subordinados y el logro, es el liderazgo trans-formacional de hecho el que explica la varianza por encima del liderazgo transaccional y del pasivo-evitativo. En lo que se refiere al liderazgo pasivo-evitativo, los resultados muestran con claridad que las tres variables de resultados (satisfacción, motivación y eficacia) correlacionan de manera significativa y negativa con este estilo de liderazgo, que evita tomar decisiones y ejercer la responsabilidad de supervisor (patrón jerárquico descendente).

La necesidad actual de introducir cambios sustanciales para que las organizaciones innoven está relacionada directamente con su propia supervivencia y no sólo con sus posibilidades de crecimiento. Se puede entender que esta necesidad de innovar se está convirtiendo en exigencia adaptativa, obligando al cambio y a la transformación cada vez con más fuerza a las organizaciones. En estas circunstancias, es posible que las personas y las organizaciones se vuelvan más receptivas al cambio, y el liderazgo transformacional a través del carisma puede contribuir al mismo (Molero y Morales, 2011). Sin embargo, en las condiciones actuales, entre las personas se extienden sentimientos de falta de control, indefensión y temor hacia el futuro, de incertidumbre y desorientación. Se espera que el líder transformacional, a través de su carisma, reconduzca esos sentimientos ofreciendo orientación a las personas en la búsqueda de soluciones, logrando la adhesión de éstas.

Finalmente, no se encontraron diferencias entre sexos en estilos de liderazgo en contraposición al metaanálisis realizado por Eagly, Johannesen-Schmidt y van Engen (2003), por lo que no se confirma la tercera hipótesis de este estudio.

Señalamos que todas las organizaciones que han participado en el estudio tienen un nivel alto de conocimiento y experiencia en torno a la calidad y la excelencia, bien porque disponen de sistemas de control de calidad (ISO 9001) activos, bien porque están en proceso de certificación o bien porque están inmersos en la implantación del modelo de excelencia EFQM. Es probable que las personas que trabajan en estas organizaciones acaben siendo impregnadas por elementos de la calidad de tal forma que se identifiquen con hacer las cosas según los estándares establecidos. En estos contextos es posible que los líderes transformacionales también incrementen la alineación con estas bases, logrando incrementar la satisfacción y la motivación de sus participantes.

Un tema que requiere más investigación es cómo el líder transformacional cambia a las personas y a las organizaciones. Así, mientras el liderazgo carismático puede relacionarse más con el comportamiento percibido del líder o sus pautas de comportamiento, el liderazgo transformacional se relaciona más con la naturaleza de la influencia del líder sobre sus seguidores (Vallejo, 2009). La sólida base empírica sobre el liderazgo transformacional, sin embargo, no conecta con la literatura sobre el cambio ni ofrece aportaciones sobre el comportamiento y el rol de los líderes en contextos de cambio reales (Higgs, 2010). Algún tipo de empoderamiento y persuasión con efectos motivacionales ha sido propuesto como hipótesis (Avolio, Zhu, Koh y Bhatia, 2004Li, Chiaburu y Kirkman, 2014), de tal manera que al aumentar la autoeficacia se incremente la motivación intrínseca hacia las tareas (Bandura, 1986). En este sentido, el papel de la persuasión en los procesos del liderazgo transformacional como variable mediadora es una cuestión clave y poco investigada, por lo que los autores la asumen como objetivo inmediato de estudio. Lord y Brown (2001) plantean que los lideres transformacionales, por un lado, enfatizan o destacan algunos valores para el seguidor y motivan así la acción y, por otro lado, activan una identidad que éste puede compartir, creando una identidad colectiva que puede ser internalizada en su autoconcepto por el seguidor. Es decir, la identidad social compartida sería una variable mediadora entre el liderazgo transformacional y la innovación. La identidad social es una cuestión central para el ejercicio del liderazgo, en la medida en que la misma procura a las personas mayores niveles de bienestar (Haslam, Jetten, Postmes & Haslam, 2009), sensación de eficacia en la configuración del mundo (Drury y Reicher, 1999Reicher y Haslam, 2006) y la perspectiva de poder construir su propia historia, transformándoles en sujetos activos (Reicher y Haslam, 2006). En este sentido, el liderazgo como proceso de gestión de la identidad social, facilitaría entender que lo efectivo es siempre un liderazgo identitario (Haslam, Reicher & Platow, 2011).

CONCLUSIONES

El estudio aquí presentado muestra que el liderazgo transformacional se asocia a la satisfacción, efectividad y motivación. Se observa también la superioridad del liderazgo transformacional sobre el liderazgo transaccional en relación a la fuerza de asociación con estas variables, lo cual es coincidente con un importante número de estudios previos en diferentes contextos culturales. Es de destacar que la concepción implícita que comparten los directivos en relación a los estilos de liderazgo y eficacia difiere de la concepción respecto a los que se asocian más fuertemente a un buen clima laboral o mayor satisfacción y motivación, lo cual puede estar arraigado en la cultura organizacional del entorno de la muestra, entre cuyas razones pueden encontrarse un alto nivel de competitividad en el mercado y una trayectoria de calidad o excelencia. Esto estaría dificultando, entre otros factores, que los intentos de cambio organizacional fructifiquen para que las organizaciones sean innovadoras en la coyuntura socio-económica actual. Sin embargo, los líderes de las organizaciones que actúan bajo una perspectiva transformacional y que intentan orientar hacia el cambio obtienen un buen nivel de adhesión hacia sus propuestas, logrando que las personas se identifiquen y confíen en ellos al orientarles en situaciones de cambio e incertidumbre.

En el marco de una creciente globalización en el que las organizaciones afrontan demandas adaptativas resulta muy pertinente e importante la investigación en semejanzas y diferencias culturales respecto del liderazgo, entre otros aspectos. Este estudio señala la importancia del liderazgo transformacional en la cultura de las empresas de esta muestra. Sobre todo se constata la necesidad de orientar investigaciones futuras hacia el tipo de influencia que ocurre vía liderazgo transformacional, focalizando el análisis sobre variables mediadoras tales como la persuasión.

Value-based constructs such as work values and professional ethics, along with associated behaviours, have been ubiquitous engines of social change on a variety of levels. The effects of these constructs have been revealed in a wide range of studies, which range from history to moral philosophy and across the social sciences (Loftquist & Dawis, 1978). The study of values is important to organizations because knowledge of individual and group-level value structures can help managers understand and predict attitudes towards motivational processes, and other important organizational outcomes (Meglino & Ravlin, 1998). Many types of connections between values and work-related behaviours have been documented (Rokeach, 1973; Dawis, 1991), and individual-level value constructs have played important roles in need-based theories of motivation such as the Self-Determination Theory (Deci & Ryan, 2002). Also, value-based constructs are critical to theories of person-organization fit (Edwards, 2004) and in explaining general congruence patterns between employee values and attitudes. In addition, there are numerous studies that examine values from a cross-cultural perspective, both at the level of individual value structures (Schwartz & Bilsky, 1990) and in the collective sense of shared values, such as in hofstede’s studies of value- based elements of national culture (Hoftstede, 2001; Hofstede & Peterson, 2000). Another example is the Global Leadership and Organizational Behaviour Effectiveness (gLOBE) research program, which has identified different patterns of connections between shared value structures as revealed in national cultures and various leadership behaviors (House, Hanges, Javidan, & Dorfman, 2004; Javidan, & House, 2001). In a world that is increasingly interconnected across national, regional, and cultural boundaries, the understanding of value structures and how variability in value structures may affect organizational processes is gaining in importance.

 

Individual values

Values may be defined as personal beliefs in the relative desirability of different modes of conduct and end states of existence (Rokeach, 1973). In addition to understanding values as beliefs, values can be considered as transformations of a psychological need (Super, 1995). Thus, values may be defined in reference to categories of needs, and as such may be considered “second-order needs” (Loftquist & Dawis, 1978). We feel that values are best defined as belief structures that are also connected to particular categories of needs (Elizur, 1984; Tziner & Elizur, 1987). As such, values represent common elements in need dimensions, and they serve as reference dimensions for the description of needs. Through their connection to needs, values can produce states of psychological tension, which lead to cognition, affect, and behaviour. Also, particular values operate together as elements of individuals’ value systems, which are collections of beliefs that together address the desirability of multiple modes of conduct and end states (Rokeach, 1973). Such value systems can be particularly effective at predicting important work-related behaviours (Maio & Olson, 1998, Schwartz & Bilsky, 1990).

As values are derived from needs (Super, 1995), psychological needs serve as antecedents for values. Because values, in turn, serve as a representation and transformation of needs, they are enduring, but because they address multiple modes of conduct or end states of existence, they are broader and more basic than interests are.

 

Cultural Values

National culture helps to determine which personal values should be pursued and what sort of gratification should be sought. They set normative standards to judge and select among alternative behaviours and courses of action (Latham & Pinder, 2005). For example, effects of cultural values can be seen in the shaping of motives derived from concepts of the self, such as in the degree of challenge inherent in goal levels and the degree of approach or promotion focus versus avoidance tendencies in self-regulatory processes (Erez, 2008).

The term culture has numerous meanings and definitions. For example, culture has been defined as unstated standard operation procedures or ways of doing things (Triandis, 1994); as the collective programming of the mind and as the characteristic profile of a society with respect to its values, norms and institutions (hofstede, 1980). Although there is no standard definition of culture, many emphasize that culture is shared, adaptive or has been adaptive at some point in the past, and transmitted across time and generations (Gelfand, Erez, & Aycan, 2007; Triandis 1994).

Research using a variety of typologies has shown that national cultural values are related to organizational phenomena (e.g., Hofstede, 1980). Despite the fact that there are many cultural frameworks to choose from, hofstede offers the most influential framework for differentiation of nations in relation to their cultural values. His work has guided cross-cultural research for over 20 years (e.g., Hofstede, 2001). It comprises five dimensions: power distance, individualism-collectivism, masculinity-femininity, uncertainty avoidance and long-term orientation. So far, only a small number of studies have addressed connections between personal- level values and leadership from a cross-cultural perspective.

 

Leadership styles

Leader-follower outcomes are a specific type of performance that has received extensive attention. Furthermore, within the leadership literature there are many studies that examine connections between traits and leadership behaviours (e.g., Walumbwa & Schaubroeck, 2009). While there is no shortage of work that examines connections between leadership and traits, less work considers the relationships between individual-level values and leadership behaviours. In the same vein, when existing studies have examined connections between leadership behaviour and value structures, these connections have frequently been examined from the perspective of shared values (e.g., Brown & Trevino, 2009). With exception of several recent studies, there seems to be a need in the leadership literature to address the influence of personal values on leadership styles of managers.

Theories of leadership inhabit a large conceptual range and include theories focused on individual differences, situational characteristics, and combinations of both individual differences and situational elements. In recent years, the balance of development in leadership theory has focused on a broad range of behaviours, to include both transactional and transformational leadership behaviours, as well as instrumental and laissez faire leadership behaviours.

Also, there is an increasing amount of research that suggests that both transactional and transformational leadership behaviours are related to effective leadership. Transactional leadership behaviours, which focus on clarifying employee role and task requirements, providing performance-based reinforcement, and assisting employee self-regulation (Thorbjornsen and Supphellen, 2011) through goal setting and feedback seeking behaviours often result in successful leadership. However, transformational leadership behaviours, which primarily focus on creating developmental changes in followers’ values, employees’ and other stakeholders’ identity (Balmer, 2011), and psychological needs, can offer a contribution above and beyond transactional leadership behaviour. It is likely that this effect occurs through an emphasis on intrinsic motivation, which serves to augment the extrinsic elements within transactional leadership approaches. An alternative theoretical approach to understanding the leadership process, the LMX theory, is discussed in the next paragraph.

 

LMX

One of the theories seeking to explain the dynamics of this process is leader-member exchange (LMX), which holds that managers do not exhibit the same leadership styles (e.g., transactional, transformational) to all subordinates, but rather develop different types of exchange relationships with different employees. These may range from high-quality exchanges based on trust and liking, to low quality relations based on formal job requirements and the employment contract. Employees who enjoy high-quality LMX with their superiors typically receive more opportunities, emotional support, and cooperative interactions than those in low quality LMX relationships (Liden & graen, 1980). Thus, it has been shown to be related to several correlates at the individual and group level (Tordera, gonzález-Romá & Peiró, 2008).

As LMX is premised on the notions of social exchange and reciprocity (Adams, 1965), subordinates offered high quality LMX are expected to feel compelled to reciprocate the preferential treatment they receive from their manager or supervisor. The positive affect, respect, loyalty, and perceived obligation characteristics of high-quality LMX should motivate better job performance, organizational citizenship and extrarole behaviour (Morhart et al., 2009) such as working overtime and offering extra help to co-workers and supervisors. Empirical support for this prediction was provided by the meta-analysis of gerstner and Day (1997), who reported a correlation of .31 between LMX and supervisory performance ratings. More recent studies have found further evidence of this link (Kacmar et al., 2003; Wang et al., 2005).

However, other factors related to the organizational culture, or leadership processes have been neglected. In as much as high-quality LMX is likely to affect employees’ performance and values, fundamental elements in maintaining an organization’s viability and competitive advantage, it is important to identify factors that are conducive to such interpersonal relations in the workplace. Recent research suggests that perceived fairness of leaders may be one such factor (Wayne et al., 2002). The use of the term “fairness” in this context appears in organizational justice literature (Bell, Wiechmann & Ryan, 2006) and originated in the field of social interactions (greenberg, 1990).

 

Organizational Justice

Justice-related consequences include some of the most important outcomes studied by management researchers. For example, perceptions of unfair or unjust treatment have been associated with many harmful effects including negative health outcomes, intentional deviant behaviours, and withdrawal behaviours (Pinder, 2008). To explain the power of justicerelated phenomena, we must recognize that employees in organizations constantly tend to examine the actions taking place within the organization, in an attempt to determine whether the action was fair, or in other words, whether justice exists within the organization. To this end, they explore according to three types of criteria:

• The first criterion relates to practical implications, i.e. personal gain or loss, which derive from the employee’s feeling that the decisions reached were just and right. This fairness is examined in the Distributive Justice Theory (Adams, 1965).

• The second relates to the way in which the decision to take action was made: the employee assesses whether the processes that led to the decision were fair (Thibaut, friedland & Walker, 1974).

• The third relates to the approach adopted during planning and application (Sheppard, Lewicki & Minton, 1992), i.e. the treatment employees receive during implementation, their feeling that the organization imparted new information and treated them sensitively and fairly. This fairness is examined in the Interactional Justice Theory (Tyler & Bies, 1990).

As research has shown that justice perceptions influence a variety of outcomes (Cohen-Charash & Spector 2001), it seems reasonable to assume that when employees perceive their supervisors to be treating them fairly, they are likely to develop high-quality exchange relationships. Yet, this dynamic may not be as straightforward as it might appear. LMX theory has also been criticized for paying little attention to possible moderators of the relationship between LMX and job performance. furthermore, it has been suggested that the relationship between perceived organizational justice and LMX may be moderated by organizational culture. for example, low perceived organizational justice might not lead to low-quality LMX if employees believe the inequity to be attributable to an organizational culture that does not reward workers or praise them for good performance, rather than to deliberate unfair behaviour of their managers. If the dominant organizational culture is perceived to perpetuate a reality of injustice, the employees may be more prone to excuse and be tolerant of inequity on the part of their superiors.

The LMX theory is suggested to be applied to a specific group of workers, which is anticipated to gain significant importance in the future, the “greying workforce”. Some idiosyncratic aspects regarding this group are provided in the next paragraph.

 

The “greying workforce”

By focusing on older workers and their involvement in the work role, the present paper attempts to address one of the more challenging phenomena in the understanding of the workforce of the near future, what has been called the “greying” of the workforce.

Since the early 1970s, there has been a constant decline in labor force participation and in employment rate of workers older than 55 years (Von Nordheim, 2003). Half a century ago, the average exit age in the European Union was above 65 years; recent rates show it to be around 59.9 (data from 2001; after Von Nordheim, 2003). The European Commission has paid attention to the progressive shrinking of the workforce, which will occur by 2015, if certain strategies to retain older workers in their workplaces are not taken into consideration. It has been estimated that the number of people in the 20-29 age group will fall by 20% , whereas the number in the 50-64 age group will increase by 25% . However, the latter group is the one that is the least represented in nowadays labor market, especially due to early retirement practices (Von Nordheim, 2003).

It has to be pointed out that early retirement has different consequences, which will have important effects for societies and companies in the short and, most importantly, in the long term. These consequences might be considered at three levels. First of all, early retirement directly affects the financing of the social security system. For instance, due to early retirement the number of beneficiaries of retirement benefits will increase, whereas the number of employees paying into the security system will decrease (forteza & Prieto, 1994). Furthermore, early retirement also affects organizations in the form of brain drain and loss of skilled employees (Talaga & Beehr, 1989). Finally, decisions to take early retirement influence older workers themselves, for instance in terms of their finances, health, or life satisfaction.

Due to the increasing tendency of greying workforce, most European countries are studying different strategies to keep older employees in the labour market (Von Nordheim, 2003). In some sectors (e.g. nursing), we can already observe a lack of labor force. In other sectors, older employees represent valuable human capital, and therefore the organizations have to develop policies and practices oriented towards their retention. This is the case with regard to the situation of older workers in management positions. For this reason, to include a sample of managers in future research projects differentiating as to their specific value set, will offer added knowledge to the subject. Research on early retirement practices has mainly been centered in the individual factors that are related to workers’ decisions to retire early. However, decisions of older workers to exit or remain in their work roles do not evolve in a social vacuum. Research that considers the role of social and organizational influences in older workers’ involvement with their work role is needed. Organizational factors such as leadership and organizational culture have been emphasized as playing an important role in the retention of older workers (Beehr et al., 2006; hedge, Borman & Lammlein, 2006; henkens, 1999; Rosen & Jerdee, 1977). however, there is a lack of research addressing those issues.

Moreover, embracing an intercultural dimension will allow future researches to analyze possible differences in the way that different organizational factors are faced with regard to older workers in different geographic areas. Thus, the consideration of managers operating in different European (and non-European countries) will also increase the value of further research.

In this sense, the present paper calls to pay heightened attention to the conditions and factors that motivate older employees to stay in the labour market. This approach, together with the development of organizational cultures and practices that take into account the special needs of older workers, is opening the way towards the examination of factors that may promote a “delayed exit culture”.

 

Organizational culture

Organizational culture influences behaviour in organizations (Bonavia, 2006; Bonavia, Molina & Boada, 2009), and may be suggested as a potential moderator. Indeed a proximal concept to culture, organizational climate, has been found to moderate the relationship between LMX and individual level results such as perceptions of role overload and well-being (Tordera, González-Romá & Peiró, 2008). However, the relationship between organizational culture and leadership has received little attention in the literature. Some studies have shown that specific leadership behaviours are associated with distinct organizationalcultural characteristics. Moreover, organizational culture might be a contextual factor leading to the emergence of a specific leadership style. Schein (1992) claims that organizational culture controls the manager more than the manager controls the culture, through the automatic filters that bias the manager’s perceptions, thoughts and feelings. Therefore, although LMX is based on the dyadic employee-manager interaction, it also is likely to be affected by organizational-cultural dimensions.

Organizational culture is viewed in the literature as a multifaceted abstraction with several dimensions, which have varying degrees and directions of effect on both employees’ behaviour (e.g., Sheridan, 1992) and organizational performance (e.g., Denison, 1984, 1990). In this study, we used O’Reilly III, Chatman and Caldwell’s (1991) classification of organizational culture.

Summarizing, in our model, we posit the following relationships between individual values, national cultural values, leadership styles, LMX, organizational justice, organizational culture, and performance. We have reached the point where we can sum up the entire exposition of this paper with a holistic conceptualization (figure 1) so far not provided by literature. The model hypothesizes employees’ needs and values (determined by cultural values and age), leadership styles, perceived organizational justice and LMX as the antecedent variables and job performance (such as compliant, deviant, organizational citizenship, and in-role and extra-role behaviour) as the outcome variable. The relationship between leadership styles, organizational justice, LMX and job performance is suggested to be moderated by organizational culture.

 

Figure 1. The conceptualization guiding the paper’s argumentation and reasoning

 

Recommended future research directions

In view of these suggestions, a research program should be designed and conducted to examine the moderating role of organizational culture on the links between organizational justice, leadership style (e.g., transformational vs. transactional), LMX, and job performance in various national cultural contexts. The countries to be chosen should provide for a consolidated view on countries (e.g., European countries) and to possibly differentiate as to “established” and transition countries. Moreover, a future research project should target understanding how perceptions of organizational justice, leadership and organizational culture contribute to the performance of older managers in organizational and work settings. These issues are especially important with regard to management positions in organizations. The cumulated body of knowledge shows that cultural value differences preclude automatic transfer of findings from one culture to another. Therefore, it is essential to explore how organizational fairness, justice, leadership behaviours and organizational culture link to job performance and organizational citizenship in different national cultural contexts, triangulating quantitative and qualitative methods. On the practical ground, such knowledge will enhance functioning of international companies establishing in culturally different economic spaces.

 

Desde que Tom Peters habló de “excelencia” en el mundo comercial, las compañías han tratado sin cesar de alcanzarla. Pero, al final, resulta que la excelencia es un poco como dejar de fumar: hay miles de planes, pero en realidad ninguno funciona muy bien, al menos sin un verdadero compromiso desde lo alto. Esto es algo que la firma consultora de Atlanta, Porter Keadle Moore, aprendió rápido. Quince años e innumerables iniciativas después, PKM es la principal firma consultora de Atlanta. ¿Cómo lo logró? Su enfoque para alcanzar la excelencia no tuvo nada de extraordinario: el principal motivador de cambio fue el líder. El cambio supone que nos preguntemos qué queremos que haga la compañía y qué puede hacer la compañía. La habilidad más importante que ha desarrollado PKM es su habilidad para cultivar las ideas y la sabiduría de sus empleados y aplicarlas a la visión general de la compañía. “Hemos creado una cultura de la retroalimentación”, señala Debbie Sessions, socia de la firma y responsable del programa que entrena a los empleados en el arte de la retroalimentación. “Obtenemos y damos nuevas ideas a diario”. Aunque es imposible obtener un éxito instantáneo, esto es lo que hizo PKM:

1. Hacer un plan y cumplirlo: la búsqueda de la excelencia es algo que cada compañía debe hacer a su manera. El problema es que casi todas las compañías tienen problemas para establecer sus objetivos e incluso para definir qué es la excelencia. Por tanto, antes de empezar cualquier proyecto o iniciativa de esta naturaleza, debemos sentarnos a definir qué entenderemos por “excelencia”. ¿Qué se entiende por un proceso de manufactura excelente? ¿Qué se entiende por un buen servicio al cliente? A medida que los cambios tienen lugar, debemos consultar el plan para determinar si estamos yendo en la dirección adecuada.

2. Motivación: la motivación supone crear una atmósfera de trabajo que sea divertida y que, por tanto, permita contrarrestar el estrés y el exceso de trabajo, y que promueva un balance entre la vida personal y la vida profesional. Está demostrado que este tipo de estrategias promueven la productividad y la lealtad entre empleados.

3. Productividad: la manera más sencilla de promover la productividad es procurar que la fuerza de trabajo se sienta motivada. Sin embargo, esto toma tiempo. Por tanto, es importante implementar ciertas iniciativas intermedias. Un paso muy sencillo y a la vez importante es “quitarse del medio”, es decir, dejar de microgerenciar. Esta es una actitud que a los emprendedores les cuesta mucho dejar de lado debido a que estos suelen tener personalidades muy fuertes. Cuando un gerente microgerencia, los más probable es que los empleados se sientan desapegados e incluso renuncien. Y esto no es nada productivo.

4. Ambiente: cuando tratamos de crear una cultura en la que los empleados se puedan desempeñar de la mejor manera, a veces tenemos que remodelar las oficinas. A continuación, algunos consejos para lograr que la oficina sea más amable y promueva la productividad:

– Espacios silenciosos: los creativos necesitan soledad, así que debemos procurar que las oficinas sean lo suficientemente cerradas como para que nadie los distraiga.

– Disponer de lugares de encuentro: los empleadores creen que los encuentros casuales entre los empleados son una pérdida de tiempo. Pero la realidad es que en dichos encuentros se anida la innovación y la comunicación, sobre todo entre departamentos.

– Los empleados deben estar cómodos: así son más productivos.

Todos cometemos errores. Pero cuando estamos en un lugar de liderazgo solemos darle poca importancia y hasta esconder nuestros errores, pues consideramos que admitir nuestros errores es una señal de que no estamos realmente calificados. Sin embargo, encubrir los errores puede traer como resultado que los empleados nos consideren poco honestos. A continuación, algunos consejos para comunicar cualquier error:

1. Asumir nuestro error: “Haz lo que digo, pero no lo que hago”, es por lo general una mala técnica de liderazgo. Si ignoramos lo que hicimos mal, ¿qué harán los empleados la próxima vez que estén en un aprieto? Por tanto, lo mejor es dar el ejemplo. Debemos admitir nuestro error tal cual como quisiéramos que lo hicieran los empleados.

2. Incluir una disculpa si es necesario: debemos ir más allá de admitir nuestro error e incluir las palabras: “Lo siento”. Esto no es falta de fortaleza. Más bien demuestra que estamos dispuestos a disculparnos por un error.

3. Hallar un equilibrio: hay diferentes niveles de error: desde enviar un mensaje electrónico por error antes de terminarlo hasta enviárselo a la persona equivocada. Este es un punto importante porque no es necesario pedir perdón por cada errorcillo que cometamos. Esto no hará más que molestar a los empleados. 

¿Qué es liderazgo? Cada uno de nosotros creemos tener una idea sobre lo que significa ser un buen líder, pero a la hora de definir el concepto, la cosa no está tan clara. Para algunos el liderazgo es motivación, para otros es sinónimo de resultados, para otros, inspiración.

Sea como sea, podemos definir el liderazgo basándonos en unos elementos comunes con los que todos coincidimos. Estas son las 10 maneras de definir el arte de liderar:

1. Visión

Liderar implica tener una visión y compartirla con los demás. Sólo cuando se consigue inspirar a los demás, se logra compartir una meta común hacia la que dirigir los esfuerzos y dedicación de todo el equipo. ¿Cuál es tu visión?

2. Motivación

El líder sabe motivar como nadie, es una de sus principales funciones como gestor de personas. A través de la motivación, el líder canaliza la energía y el potencial profesional de sus compañeros, con el fin de conseguir los objetivos.

3. Servir

El líder está al servicio del equipo, y no al revés. Los miembros del grupo deben contar y sentir el apoyo de su líder, tener al alcance las herramientas necesarias para desempeñar su trabajo de forma adecuada, ver reconocidos sus esfuerzos y saber que hay una persona atenta para corregir los malos hábitos. Todo eso forma parte de un liderazgo que sirve a su equipo, y no al revés.

4. Empatía

Una de las cualidades básicas en todo líder que se preste al éxito es precisamente la inteligencia emocional, esa capacidad -a menudo innata- que tienen los líderes para ponerse en el lugar de los demás, comprender sus preocupaciones y dar solución a los problemas. Los líderes conocen los secretos de su negocio y por eso pueden mostrar empatía con los clientes y con los miembros de su equipo: esa empatía consigue inspirar y establecer lazos que conducen al éxito.

5. Creatividad

La definición de liderazgo también tiene que ver con la creatividad. Los buenos líderes son capaces de crear un entorno que anime a todos los miembros de su equipo a desarrollar sus habilidades y su imaginación, de manera que contribuyan con su sello personal al proyecto cómun y la visión de la empresa. Si quieres liderar con éxito, respeta la creatividad de los demás y aprende de la gente que te rodea, seguro que sus ideas suman en lugar de restar.

6. Exigencia

Un buen líder pone el listón muy alto a los suyos, porque quiere lograr los objetivos y sacar lo mejor de su equipo. Solamente un líder exigente logrará grandes resultados. Además de esa exigencia, el líder tiene que saber escuchar, para conocer las necesidades de sus compañeros y poder después ofrecerles el tiempo y los recursos necesarios para que hagan bien su trabajo y, por tanto, cumplan con lo que se les exige.

7. Dirigir

El líder debe estar al frente para dirigir y servir de guía a su equipo durante todo el proceso hasta que se cumple el objetivo marcado. Pero además de esa “avanzadilla”, los líderes también saben cuándo dar un paso atrás para que sea su equipo quien tome la iniciativa, de esta forma logra brindar a su equipo la oportunidad de desarrollarse personal y profesionalmente. La gestión pura se centra en las tareas, el liderazgo auténtico, en las personas.

8. Hacer equipo

El verdadero liderazgo busca trabajar en equipo para alcanzar un objetivo común. La gestión de personas es una de las tareas más difíciles a las que se enfrentan los líderes. Gracias a la actitud positiva imprescindible en los buenos líderes, y a la confianza que éstos depositan en sus compañeros, las personas obtienen mejores resultados. Los líderes con conciencia de equipo saben asumir la responsabilidad cuando algo no va bien, y recompensar al grupo tras un trabajo bien hecho.

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9. Asumir riesgos

El líder es el encargado de asumir riesgos que los demás no están dispuestos a asumir. Es quien tiene la confianza suficiente para tomar una decisión, y si se equivoca, el líder debe tener el coraje suficiente para rectificar, asumir su culpa y tomar el camino correcto, sin culpabilizar al equipo. Los buenos líderes saben adelantarse a su tiempo, ven oportunidades donde otros no las ven y saben contagiar la ilusión por su visión para tratar de hacerla realidad.

10. Mejorar

El verdadero liderazgo busca la mejora continua. Los líderes tienen la capacidad de convertir a los individuos de su equipo en estrellas, personas que han mejorado sus capacidades y han logrado desarrollar habilidades gracias a la influencia de su líder.

En resumen, la definición de liderazgo no tiene que ver con la jerarquía ni la posicion de nadie en la empresa, no tiene que ver con imponer opiniones sino con escuchar a los que saben. El liderazgo es la actitud que asumen aquellas personas que buscan algo diferente, que están comprometidas a lograr un objetivo y cuya convicción logran transmitir a los demás a través de la ilusión y el optimismo, para lograr un objetivo común.

El protagonista de la serie ‘House of Cards’, Frank Underwood (interpretado por el aclamado Kevin Spacey) es un poderoso político que sabe cómo conseguir lo que quiere y tiene las habilidades y recursos para lograrlo. Millones de espectadores siguen de cerca los movimientos de este despiadado personaje del que, pese a todo, podemos aprender algunas lecciones valiosas.

Si analizamos alguna de las más célebres frases de Frank Underwood en ‘House of Cards’, estamos tal vez ante el curso de liderazgo más visto de la televisión.

1. «No debo perder mi resolución. Seguiré caminando hacia adelante, aunque tenga que hacerlo solo»

Un líder nunca se rinde. Aunque la confianza y la fe de tus “seguidores” pueda flaquear, en los momentos en los que te sientes abandonado debes demostrar fe en ti mismo y en los objetivos que te propones.

2. «Empezar de cero suena a ‘cero a la izquierda’. Me gusta «’empezar de nuevo’»

Los líderes también se ven obligados a hacer borrón y cuenta nueva. Cuando esto sucede debes hacer como Frank Underwood y empezar “de nuevo”, sin olvidar todo lo que has aprendido durante el camino. La experiencia es una gran baza para un liderazgo de éxito, no olvides tomar nota de tus errores para no volver a cometerlos.

3. «Sólo se necesitan diez segundos para hundir la ambición de un hombre»

Las decisiones que tomas como líder tienen un gran impacto en tu entorno y ayudan a fortalecer tu posición. Si actúas injustamente puedes desmotivar a todo un equipo.

4. «La generosidad también es una forma de poder»

Esta frase de Frank Underwood demuestra que un líder también puede y debe ser generoso con su equipo si quiere hacer crecer su proyecto. Una estrategia segura es formar a tu equipo y desarrollar sus habilidades profesionales para alcanzar el éxito.

5. «No me gusta que alguien pierda si todo el mundo puede ganar»

Un líder no se alegra cuando los otros pierden, sino que trata de buscar situaciones en las que todo el mundo salga ganando. No intimides a los miembros de tu organización con plazos poco realistas o presiones innecesarias, un buen líder sabe delegar de forma inteligente y se alegra de los éxitos de equipo.

6. «Si quieres ganarte mi lealtad, tendrás que ofrecerme la tuya a cambio»

El liderazgo es una calle de doble dirección. Para ganarte la confianza del equipo debes ofrecer también la tuya y respaldarles cuando lo necesiten. Un líder apoya las ideas de su equipo y pelea por sus intereses. Verás como con pequeños gestos de lealtad, lograrás el apoyo de los tuyos.

7. «Es inútil preocuparse hasta saber qué cartas me han tocado»

No te preocupes innecesariamente por lo que podría suceder. Debes prepararte para los imprevistos y enfrentarte a las circunstancias cuando sea necesario. Ten en cuenta que una decisión apresurada o apoyada en el miedo puede tirar por la borda meses de planificación.

8. «La inseguridad me aburre»

Un buen líder nunca mostrará inseguridad. La confianza en uno mismo y en tu equipo es fundamental para el éxito de cualquier proyecto. No tengas miedo a aprender de tus empleados, trata de involucrarte y conocer lo que hacen. Ayúdales a desarrollar su potencial y dales la oportunidad de mejorar a ellos mismos y alcanzar entre todos los objetivos marcados.

9. «El éxito es una mezcla de preparación y suerte»

Un buen líder actúa y toma decisiones pensando en el futuro. La visión a largo plazo es imprescindible para la correcta toma de decisiones y para enfrentarse a los problemas que puedan presentarse. Anticiparse a las circunstancias será vital para detectar las amenazas y poner remedio.

¿Ves House of Cards? ¿Qué atributos de liderazgo destacarías de los personajes de la serie? Porque Claire Underwood no se queda corta en liderazgo, ¿no te parece?

 

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