16Jan 2018

Miguel Ángel Pla
Presidente y Director General – MPC
direccion@miguelpla.com
Teléfono: (81) 83 78 47 10

La mayoría de personas están dispuestas a realizar una cantidad de esfuerzo razonable, pero en cierto punto, se frenan y buscan maneras de ahorrar energía.

Nuestras limitaciones físicas nos enseñan esta reacción. Tras aguantar la respiración un buen periodo de tiempo, el instinto y el deseo de respirar se hace imperioso. Aunque la mayoría de personas podrían aguantarla más tiempo, el instinto gana.

Cuando nos preguntan si hemos dado todo lo que podíamos, la verdadera respuesta es que no. Hay una gran cantidad de energía retenida en todas las empresas. Fijar objetivos ambiciosos puede hacer emerger una parte de esa energía, aumentando la productividad y el éxito de la empresa.

Algunas personas pueden asumir que todos los miembros de un equipo estarán exultantes al serlos fijado un objetivo que suponga un gran reto. Sin embargo, la experiencia demuestra que no es así. A menudo hay quejas, protestas y críticas hacia el líder.

Sin embargo, si sigue los principios que le brindaremos en este blog, podría darles a sus empleados uno de los mejores recuerdos, algo de lo que sentirse orgullosos y que les dé confianza durante muchos años.

Aquí están los pasos a seguir:

•Revise las tareas asignadas a las personas que trabajan para usted y pregúntese si suponen un reto. Determine entonces cómo podría hacer que esas tareas fueran aún más enriquecedores.

•Crea que su organización es capaz de producir a un nivel más alto del que lo hace en la actualidad. Piense en lo que podría pasar si se produjera una crisis. ¿Qué podría llegar a conseguir un equipo?

•Discuta con su equipo las ideas que tengan para metas atractivas a las que podría aspirar el equipo. Implíquelos en maneras de subir el listón.

•Asegúrese de que su objetivo ambicioso no sea excesivo. ¿Su gente cree que es realista? ¿Qué barreras ve para llegar a él? ¿Cuáles de estas barreras tiene que hacer desaparecer usted?

•No abandone los objetivos hasta que se hayan realizado. Mantenga los compromisos y las expectativas previas vivas y no pierda la perspectiva cuando se añada algo nuevo.

•Compare los parámetros de su organización con otras organizaciones de alta efectividad. Implemente en su empresa lo que funciona bien en otras.

•Identifique a las personas más efectivas de su organización. Alabe su trabajo y convierta en un ejemplo para los demás a los que sean excepcionalmente rápidos o buenos en lo que hacen.

•Utilice dinámicas de equipo para alcanzar los objetivos ambiciosos. Haga que el equipo fije de modo colectivo los objetivos.

•Mejore los procesos y elimine la burocracia. Anime a que las personas y los equipos racionalicen los procesos.

•Celebración y recompensa. Celebre y reconozca el haber conseguido objetivos y metas. Planifique celebraciones frecuentes y recompensas.

Verifique uno por uno e implemente los puntos que le falten en su empresa y verá cómo se amplían los objetivos de su equipo.

15Jan 2018

Miguel Ángel Pla
Presidente y Director General
direccion@miguelpla.com
Teléfono: (81) 83 78 47 10

Sea donde sea que las personas se encuentren, generalmente tienen el deseo de avanzar. Desean un reconocimiento mayor, desean más dinero, desean vivir en una mejor casa, desean avanzar y progresar.

Los líderes no son diferentes. Ellos desean avanzar más que quedarse quietos. Desea causar un mayor impacto. Desean estar al frente o en la cima de la organización, especialmente al principio de sus vidas o de sus carreras. Pero… ¿Es estar al frente tan importante como parece? Pienso que la respuesta es: sí y no.

Existen varias ventajas de estar al frente de una organización, pero las mismas cosas que benefician a los líderes también pueden hacer que el liderazgo sea difícil. Es casi siempre una espada de doble filo, y cualquiera que ve lo positivo sin reconocer lo negativo es inegenuo o no tiene experiencia. Creo que estará de acuerdo conmigo cuando lea estas observaciones acerca del por qué los líderes quieren estar al frente.

Si cada uno de nosotros tuviera que confesar cuál es nuestro deseo más secreto, qué es lo que inspira todos nuestros planes, todas nuestras acciones, tendríamos que decir: “quiero ser elogiado”.

Todas las personas disfrutan del elogio y el reconocimiento. Y ya que los líderes generalmente son los más visibles, reciben con frecuencia el mérito cuando se hace un trabajo bien hecho, muchas personas desean convertirse en líderes.

12Jan 2018

Miguel Ángel Pla
Presidente y Director General
direccion@miguelpla.com
Teléfono: (81) 83 78 47 10

Los contextos de apatía, la intensificación del cambio y la incertidumbre hacen que el liderazgo se asemeje al manejo de mecanismos que operan de manera cada vez más rápida y descontrolada.

A pesar de las mediocridades, los disfraces, las transgresiones, las destrucciones y las dislocaciones de las dos últimas décadas, creemos, junto con muchos pensadores contemporáneos, que la angustia e incluso la falta de lealtad que padece el pueblo norteamericano no está exenta de estupor.

Nos estamos aproximando a un giro capital en la historia: lo que Jaspers llamaba “punto axial”, en el que se busca una visión desde otra altura, en el que es necesario revisar nuestra escala de valores.

No hemos de fijar nuestros horizontes en los mandatos de instituciones cada vez más atrofiadas, sino en el florecimiento de nuevas empresas.

Falta algo, una cuestión que ha sido desdeñada sistemáticamente, sin excepción: el PODER, la energía básica para iniciar y sostener la acción que traduzca la intención en realidad, la cualidad sin la cual los líderes pueden liderar.

Históricamente, los líderes más bien han controlado que organizado, más bien administrado la represión que la expresión, y más bien han mantenido a sus seguidores la inmovilidad que estimulado su evolución.

En realidad estamos progresando, pero lo hacemos sin otorgar al poder un sitio en nuestra perspectiva. Nuestro temor a la confrontación ya entre amantes, ya entre amigos o bien al delito, las injusticias locales, los medios de comunicación o el gobierno ha ralentizado y en ciertos casos obstruido la participación en un futuro justo.

Debemos aprender a percibir el poder como lo que es en realidad: básicamente, la base del liderazgo. Nos enfrentamos a un futuro incierto e intranquilizador, pero no a un futuro sin visión. La visión es la mercancía de los líderes y el poder es su moneda corriente. Nos hallamos en un momento decisivo de nuestra historia nacional y no podemos retroceder, ni como individuos ni como país, a lo que éramos hace diez años, cinco o sólo uno. El futuro ya es; ha llegado nuestro turno.

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