12Apr 2018

Miguel Ángel Pla

Presidente y Director General

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Teléfono: (81) 83 78 47 10

Existe este lugar en las personas, en donde están ellas alineadas, en donde no es necesario decirles lo que deben hacer; por sí mismas más o menos resuelven lo que es necesario hacer y dónde pueden trabajar en armonía con los demás, no en función de un montón de acuerdos y contratos, sino como algo emanado de un sentido de armonía… Es algo parecido a lo que se ve en la tripulación de un barco de vela que trabaja junta cuando una de las cuerdas se rompe. Se dan muy pocas órdenes si es que se dan, nadie espera al otro y nadie se le atraviesa en su camino.

Hay algo especto de los marineros en que hay un alineamiento, algo que parece salir de la totalidad, y nadie necesita dar órdenes.

A lo que estos líderes se refieren como “magia” o “alineamiento” es la eclosión del liderazgo efectivo: líderes como catalizadores, líderes capaces de desplegar sus ideas y a sí mismos en consonancia y, por consiguiente, de comprometerse en un riesgo mayor —la exposición y la intimidad que la mayoría de nosotros anhelamos emocionalmente, defendemos retóricamente, pero en la práctica esquivamos.

Dando lo mejor de si, estos líderes —un grupo bastante dispar de muchas maneras superficiales— se comprometen en una empresa común y son lo suficientemente elásticos para amortiguar los conflictos; lo suficientemente valientes, ahora y entonces, para ser transformados por las energías que los acompañan; y capaces de mantener una visión que comprenda el total de la organización. La organización encuentra su mejor expresión en la conciencia de una responsabilidad social común, que es traducir esa visión en una viviente realidad.

Este es el “liderazgo transformativo”, la esfera de esos líderes que hemos venido analizando, líderes idénticos a John Gardner — y a quellos a quienes él se refería: líderes que pueden configurar y exaltar los motivos y objetivos de sus seguidores. El liderazgo transformativo alcanza un cambio significativo que pone de manifiesto que son comunes los intereses de líderes y seguidores; sin duda, libera y agrupa las energías colectivas en busca de un objetivo común.

Ahora podemos hacer algunas generalizaciones sobre el liderazgo transformativo: es colectivo, existe una relación simbiótica entre líderes y seguidores, y lo que hace que sea colectivo es el sutil interjuego entre los deseos y necesidades de los seguidores y la capacidad del líder para entender, de una manera u otra, esas aspiraciones colectivas. El liderazgo es “causativo”, lo que quiere decir que el liderazgo puede inventar y crear instituciones que puedan habilitar a los empleados para que satisfagan sus necesidades. El liderazgo es moralmente determinado y exaltador, lo que quiere decir, si no significa algo más, que mediante el despliegue de su talento los líderes pueden escoger propósitos y misiones que se basan en valores clave de la fuerza de trabajo, y crear la arquitectura social que los sustenta.

Por último, el liderazgo puede producir en los seguidores grados de conciencia más altos, tales como libertad, justicia y autorrealización. Pero tal como lo hemos dicho sin rodeos en el capítulo introductorio, y explícitamente a lo largo del libro, la mayoría de las organizaciones son administradas, no guiadas. Característicamente, la administración consiste en un conjunto de intercambios contractuales, “usted hace este trabajopor esa recompensa” o como lo dice Erhard, “un grupo de acuerdos o contratos”.

Lo que se intercambia no es trivial: empleos, seguridad, dinero. El resultado, en el mejor de los casos, es la condescendencia; en el peor, se obtiene una rencorosa obediencia. El resultado final del liderazgo que hemos adelantado es completamente diferente: es habilitación. No es tan solo mayores ganancias y salarios, que usualmente acompañan a la habilitación, sino una cultura organizacional que ayuda a – que los empleados generen un sentimiento de significado de su trabajo y el deseo de retarse a si mismos para experimentar el éxito. El liderazgo está en la misma relación con la habilitación que la administración con la condescendencia.

La primera relación estimula una “cultura del orgullo” mientras que la segunda sufre del síndrome “yo tan solo trabajo aquí”. Nuestra esperanza para nuestros lectores es liberar la realidad del liderazgo transformativo de lo que es accidental o místico y orientarlo hacia algo que sea dominable, conocible y alcanzable y que pueda ponerse a disposición de todos los líderes futuros y presentes. Esto inevitablemente nos conduce al tema de la educación para la administración.

10Apr 2018

Miguel Ángel Pla
Presidente y Director General
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Puede resultar útil volver nuestra atención hacia algunos de los mitos recurrentes que, en nuestra opinión, disminuyen mucho de aquello que se toma como educación para la administración, y, a la vez, tienden a desestimular a líderes potenciales de “hacerse cargo” de su organización.

1.El liderazgo es una destreza rara.

Nada puede estar más aleja- do de la verdad. Aunque los grandes líderes pueden ser tan escasos como los grandes atletas, actores o grandes pintores, toda persona tiene un potencial de liderazgo de la misma manera que tiene un potencial para el deporte, la actuación o la pintura.

Aunque parece existir una gran escasez de líderes hoy día, particularmente en altos cargos políticos, hay literalmente millones de roles de liderazgo en todo el país, y muchos de ellos se están desempeñando en forma más que adecuada.

Más importante aún, una persona puede ser líder de una organización y desempeñar un rol muy corriente en otra. Conocemos aun profesor universitario que es general del cuerpo de reserva del ejército de los Estados Unidos, y a un empleado de J.C. Penney, quien es el poderoso líder de un grupo religioso. Conocemos a un conductor de taxi que es el director de un grupo no profesional de teatro, y a un vendedor de cerveza jubilado que es alcalde de una ciudad intermedia.

La verdad es que las oportunidades de liderazgo son muchas y que están al alcance de la mayor parte de la gente.

2.Los líderes nacen, no se hacen.

En las biografías de los grandes líderes, algunas veces aparecen ellos como si hubiesen llegado al mundo con una dotación genética extraordinaria, como si de algún modo su futuro rol de líder estuviera predestinado. Esto no debe creerse. La verdad es que las capacidades y destrezas principales del liderazgo pueden aprenderse, y que todos somos educables, al me- nos si existe el deseo básico de aprender y no sufrimos de dificultades serias de aprendizaje.

Además, cualquiera que sea la dotación natural que aportemos al rol de liderazgo, puede ser mejorada; la nutrición es mucho más importante que la vocación para determinar quién llega a ser un líder exitoso. Esto no quiere decir que sea fácil aprender a ser líder. No hay una fórmula simple, ni una ciencia rigurosa, ni un recetario que inexorablemente conduzca al liderazgo exitoso.

Por el contrario, es un proceso profundamente humano, lleno de ensayo y de error, triunfos y derrotas, oportunidad y accidente, intuición y percepción. Aprender a ser líder es algo así como aprender a ser padre o amante; la niñez y la adolescencia proporcionan los valores básicos y los modelos de rol. Los libros pueden ayudar a entender lo que está sucediendo, pero para quienes están listos, la mayor parte del aprendizaje se hace mediante la experiencia misma. Como dijo uno de nuestros líderes en relación con este punto de su propio desarrollo de liderazgo: “No es fácil aprender a dirigir; es algo así como aprender a tocar el violín en público”.

3.Los líderes son carismáticos.

Algunos lo son, la mayoría. Entre los noventa había pocos —poquísimos— que probablemente correspondían a nuestras fantasías de “inspiración divina”, esa “gracia en situaciones de tensión” que normalmente asociamos con J. F. K., o la cautivante capacidad de persuadir por la cual recordamos a Churchill. Nuestros líderes eran “sumamente humanos”; eran bajitos o altos, tenían facilidad para la palabra o no la tenían, vestían de modo que se reflejase el éxito o no lo hacían, y, en cuanto a su apariencia física, personalidad o estilo, prácticamente no había nada que los diferenciase de los seguidores. Tenemos la idea de que la cosa funciona en sentido opuesto; es decir, el carisma es el resultado del liderazgo eficiente, y no al revés; y quienes se desempeñan bien reciben cierta cantidad de respeto, e incluso temor reverencial, de sus seguidores, lo que incrementa el vínculo de atracción entre ellos.

4.El liderazgo solo existe en la cima de la organización.

Es posible que sin querer hayamos caído en este mito por haber centrado nuestra atención exclusivamente en el liderazgo superior.

Pero esto es evidentemente falso. En efecto, cuanto mayor sea la organización, más probabilidades tiene de más roles de liderazgo. General Motors tiene disponibles miles de roles de liderazgo para sus empleados, y MCI tiene centenares de ellos. En realidad, actualmente muchas grandes corporaciones están creando muchos más roles de liderazgo, gracias a la tendencia a facilitar el seguimiento de empresarios dentro de la organización, mediante la creación de pequeñas unidades empresariales dentro de una empresa con libertad y flexibilidad para funcionar prácticamente como un pequeño negocio independiente.

A medida que las organizaciones aprendan más sobre este tema, con toda certeza habrá una multiplicación de los roles de liderazgo que serán asequibles a sus empleados.

5. El líder controla, dirige, empuja, maneja.

Quizás este sea el más perjudicial de todos los mitos. Tal como lo hemos resaltado con monótona regularidad, el liderazgo no es tanto el ejercicio del poder por sí mismo como la habilitación de otros. Los líderes son capaces de traducir intenciones en realidad alineando las energías de la organización tras un objetivo atractivo.

Estos líderes dirigían más bien halando que empujando; inspirando, que ordenando; creando expectativas alcanzables aunque retadoras, y recompensando el progreso hacia esos objetivos más bien que manipulando; habilitando a las personas para que usaran sus propias iniciativas y sus experiencias, más que negándoles o constriñéndoles sus experiencias y acciones.

Una vez despejados estos mitos, la cuestión no es cómo llegar a ser líder, sino más bien cómo mejorar la propia eficiencia en el liderazgo —cómo “hacerse cargo” del liderazgo en una organización.

Mientras estas lecciones tomadas de algunos de los grandes líderes de los Estados Unidos pueden ayudar a reenfocar la educación para la administración —y tenemos la esperanza de que ello se produzca— siguiendo las pautas su geridas aquí, es igualmente importante que la organización modifique su arquitectura social para estimular y desarrollar el estilo de liderazgo transformativo que hemos estado definiendo.

09Apr 2018

Miguel Ángel Pla
Presidente y Director General
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Los valores internos y externos están cada vez más vinculados a la responsabilidad social corporativa. Los trabajadores quieres formar parte de empresas socialmente responsables, que tienen en cuenta temas como el medio ambiente, la paz mundial, y por descontado los derechos de sus trabajadores.

Valores internos para el entorno laboral
Clima laboral seguro: seguridad a nivel general, protección contra el acoso laboral, espacios acondicionados y para todo tipo de personas (discapacitados). Clima laboral que estimule la creatividad y haga sentir a cada individuo que sus opiniones cuentan. Cooperación interdepartamental: la relación entre las distintas estructuras de la empresa, debe ser fluida y en un ambiente de colaboración constante. Aprendiendo unos de otros y ayudando de esta forma a que la empresa crezca. Respeto por las normas que hayas establecido, y justicia a la hora de implementar sanciones en caso de que fuera necesario.

Valores meramente empresariales
Comercio justo: no explotar recursos en países desfavorecidos, no hacer guerra de precios, y no ser desleal hacia los clientes en la relación calidad-precio. Competencia sana: es un mantra que todas las empresas deberían interiorizar.

Finalmente atacar a tu competencia en lugar de centrarte en hacer que lo que tú ofreces tenga mejor calidad y servicios, te está perjudicando más a ti, y estarás dañando tanto tu reputación como la de otra parte.

Si estos 3 puntos se logran no solo acabará reflejándose en cómo te ven tus clientes, sino que tus empleados serán los perfectos prescriptores de esos valores que sentirán como suyos.

06Apr 2018

Miguel Ángel Pla
Presidente y Director General
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Aunque el líder sea un estímulo y un foco de aprendizaje innovador, al igual que algunos niños, algunas organizaciones tienen impedimentos para el aprendizaje. Parecen ser tan rígidas e inflexibles que nada, salvo una gran crisis, puede cambiarlas. Estas son las malas noticias. Las buenas son que los líderes pueden rediseñar las organizaciones de suerte que éstas sean más receptivas al aprendizaje. Pueden lograrlo diseñando organizaciones abiertas que sean participativas y previsivas.

Una organización abierta es aquella que está diseñada para tener Interacciones constantes e intensas con sus ambientes externos y para responder rápida y flexiblemente a la información nueva. En una organización abierta, la gente comparte un conjunto de normas, valores y prioridades que contribuyen al aprendizaje alerta al cambio, búsqueda de nuevos retos y opciones y respeto por la innovación y los riesgos.

Una organización abierta también está orientada hacia el futuro, en el sentido de que buena parte de su comportamiento se gobierna por predicciones de futuras amenazas y oportunidades y por una preocupación acerca de las consecuencias futuras de las estrategias actuales. Se les concede mucha atención a la información y a los sistemas de comunicación, que son los canales mediante los cuales se comparte el aprendizaje entre todas las partes de la organización. Se crean unidades de tamaño manejable, suficien temente pequeñas como para permitir que sus empleados sientan que ellos son verdaderamente responsables de la unidad, y para medir su progreso en acomodarse al cambio del medio.

La participación es el segundo elemento en el diseño de una organización que aprende. Como nos manifestó Franklin Murphy, presidente de Times-Mirror Publishing Company: “La gente tiene interés por una idea si participa en su creación; entonces se trabajará con más ahínco, con más dedicación, para hacerla triunfar”.

En grupos, las personas aprend en unas de otras lo que está sucediendo en el mundo externo, qué merece la atención, qué logros son posibles y deseables y cómo deben repartirse las responsabilidades. Mediante los procesos cooperativos, comparten su comprensión y se estimulan mutuamente para invertir tiempo y energía en beneficio de la organización.

Los líderes reconocen la importancia de la participación para el aprendizaje. En Olga Corporation, una empresa de confecciones que se halla en rápido desarrollo, el presidente Jan Erteszek, dice: “Una corporación comercial no es tan solo una entidad-económica sino una comunidad, posiblemente la comunidad medular de nuestra época… A las reuniones creativas les debemos gran parte de nuestro liderazgo para lograr la innovación y la buena calidad.

Lo que el líder espera hacer es unir los miembros de la organización en una “comunidad responsable”, un grupo de personas interdependientes que asumen la responsabilidad del éxito de la organización y su supervivencia a largo plazo. En esta forma, los líderes contribuyen a la eficiencia de las personas y de los grupos para que manejen la complejidad en su medio.

Por último, en la organización que aprende debe incluirse la previsión. Esto ocurre por lo general mediante el establecimiento de un proceso de – planeación eficaz, y de recompensar a aquellas personas que lo usan como mecanismo para el cambio administrativo. Tal como lo expresó Donald Michael: “La planeación es el modo por el cual un organismo social complejo puede aprender lo que busca ser, percibir cómo intentar lo grarlo, poner a prueba si se ha logrado progreso, y reevaluar a lo largo del camino para ver si el objetivo original todavía es deseable”.

En su sentido más general, la planeación no es más que un proceso de enunciación de juicios basados en buena información acerca del futuro, y actuar sobre ellos. Sin embargo, se puede institucionalizar como un mecanismo formal de planeación mediante el cual la organización identifique y evalúe nuevos temas, diseñe y considere políticas alternativas, genere un consenso sobre las acciones apropiadas y justifique cambios de importancia en la dirección. En el estudio de nueve grandes corporaciones realizado recientemente por James Brian Quinn, se encontró que las más importantes contribuciones de los procesos de planeación formal eran las siguientes:

•Crearon una red de información que de otra manera no se hubiera podido obtener.

•Obligaron periódicamente a los gerentes de operaciones a ampliar sus horizontes de tiempo y a visualizar su trabajo dentro de un marco más amplio.

•Exigieron intensas comunicaciones sobre objetivos, temas estratégicos y asignación de recursos.

•Sistemáticamente les enseñaron a los gerentes sobre el futuro, de manera que intuitivamente pudieran calibrar sus decisiones a corto plazo o provisionales.

•Con frecuencia crearon una actitud y un factor de comodidad en relación con el futuro; es decir, los gerentes sentían menos incertidumbre sobre el futuro y, en consecuencia, estaban más dispuestos a asumir compromisos que superaran los horizontes a corto plazo.

•A menudo estimularon estudios especiales a más largo plazo que pudieran ejercer un gran impacto en coyunturas clave para decisiones estratégicas específicas.

Para resumir, los líderes pueden deparar el ambiente adecuado para el aprendizaje innovador diseñando organizaciones abiertas, en las cuales la participación y la previsión operen conjuntamente para extender los horizontes de tiempo de quienes toman las decisiones, ampliar sus perspectivas, tener en cuenta la participación de suposiciones y valores, y facilitar el desarrollo y el empleo de nuevos enfoques.

Aprendiendo tanto cuanto sea posible sobre su medio cambiante y hacia dónde parece éste dirigirse, la organización puede desarrollar el sentido de su propósito, de su dirección y del estado futuro que se desea.

Cuando este sentido es ampliamente compartido en la organización, la energía de todos sus miembros se almea en una dirección común y cada individuo sabe en qué forma contribuyen sus esfuerzos al empuje total. Con una comprensión de hacia dónde va el medio y hacia dónde se encamina la organización, es mucho más fácil posicionarla para que se aproveche de las tendencias en boga y para que diseñe una arquitectura social apropiada que apoye el empuje total.

En todo esto, el rol del líder se parece al del director de orquesta. El trabajo real de la organización lo hacen sus miembros, tal como la música es producida solo por los miembros de la orquesta. Sin embargo el líder desempeña el rol crucial de ver que el trabajo apropiado se haga enel momento oportuno, que fluya armoniosamente que el desempeño total tenga el ritmo debido, coordinación, y que ejerza el impacto deseado en el mundo externo. El gran líder, como el gran director de orquesta, exige lo mejor de su organización. Cada desempeño es una experiencia de aprendizaje que permite que la siguiente empresa sea mucho más eficaz—más “correcta”, de acuerdo con el tiempo, el lugar y los instrumentos de que se dispone.

Y si a la larga la organización tiene éxito, de ninguna manera se le resta mérito a la calidad del trabajo de cada cual para indicar que fue el líder quien hizo posible que la organización aprendiera a perfeccionar su contribución.

04Apr 2018

Miguel Ángel Pla
Presidente y Director General
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La creación de conexiones es otra forma de establecer límites. Usted está fijando un límite positivo, una estructura destinada a crear unidad.
Recuerde que lo que usted recibe es lo que crea y también lo que permite. Por lo tanto es recomendable que cree conexiones y no permita las desconexiones.
Las ciencias neurológicas nos dicen que ciertas clases de interacciones emocionales y relacionales crean conexión y unidad, basadas en los esquemas de funcionamiento del cerebro.

Aquí mencionamos algunos de los elementos que pueden ser de mucha ayuda para crear la unidad y conexión.

• Propósito compartido: La unidad crece cuando las personas se reúnen alrededor de un propósito o una meta común. El hecho de tener un objetivo específico o una agenda común a todos, crea lazos entre los participantes.

• Una conciencia común: Muchas organizaciones sufren de una conciencia dividida en compartimentos. La persona que trabaja con usted piensa más o menos así: “Para conectarme con usted, necesito estar consciente de su persona y de aquello a lo que se está enfrentando, y usted necesita estarlo también con respecto a mí”. Es decir; los dos necesitan conocer y experimentar juntos aquello por lo que estamos pasando. Asegúrese de establecer en su equipo y la entidad mayor el escenario que permita que la gente esté consciente de lo que les está sucediendo a la organización; cuando las personas se sienten ajenas a algo siembran la semilla de la desconexión.

• Pistas no verbales: Si en su condición de líder realmente está en sintonía con su equipo habrá u nivel de conexión sumamente especial y mucho mejor que si está diciendo una cosa mientras que su lenguaje corporal o facial indican otra. Esto implica que usted escuche y participe activamente tanto con el cuerpo como el cerebro.

• La colaboración: Si su equipo se va a reunir significa que necesitan estar del todo presentes y no solo juntos en la misma sala para poder crear las conexiones. El punto es crear un clima en donde se compartan y se resuelvan problemas por medio del compromiso mutuo; los cerebros de los integrantes necesitan trabajar realmente unidos y no solo para informarse unos a otros.

• Narraciones coherentes y relevantes: Las ciencias del conocimiento nos dice que al cerebro humano le gusta organizar experiencias bajo la forma de un relato. Mientras más atención le preste usted a la tarea de mantener vivas las narraciones relevantes, más conexiones creará. Deles lugar a las personas para que vean en qué parte de la historia se encuentran.

• Resolución de conflictos: Claro que existen momentos duros en las cuales las personas sienten dolor, temor, aflicción o ira. Por lo tanto, para crear unidad, algunas veces tenemos que ir directo a las cosas difíciles, aquellas que tienen a la gente realmente molesta. Lo que mucha gente no sabe es que al otro lado del conflicto hay una gran cantidad de cosas buenas; a veces es útil que haya facilitadores, e incluso muchas veces resulta necesario).

• La regulación de las emociones: Todos en algún momento hemos pasado por estados emocionales muy difíciles pero por fortuna no hemos tenido que permanecer en ellos. Las conexiones con otros seres humanos nos pueden proporcionar una manera de regularnos a nosotros mismos, nos calman y nos pueden ayudar a contener ciertas reacciones emocionales.

• Reflexión emocional: Se trata de una observación; un enfoque en el aquí y en el ahora y se produce cuando las personas se sienten capaces de expresar su vulnerabilidad en un momento dado. Crea una conciencia de grupo que lleva a una franqueza mejor y engendra una conexión mayor.

• La reparación de las emociones: Es una de las cosas más importantes que tienen lugar en las buenas relaciones. En las buenas relaciones donde las conexiones son profundas no tienen por qué tener como efecto secundario un daño de larga duración. Busque la reparación y, cuando sea necesario, haga incluso que su equipo hable sobre la forma en la que a ellos les gustaría llevarla a cabo.

• Saber escuchar: Sea el constructor más importante de las conexiones. Los líderes tienen la fama de no saber escuchar y son culpables de dar una respuesta antes de comprender. La necesidad más profunda de las personas es que las conozcan y comprendan antes de poderse unir a alguien o dejarse dirigir por él. El equipo quiere sentir que el líder los comprende. Escuchar es el ingrediente que hace que funcione todo el resto de las cosas.

03Apr 2018

Miguel Angel Pla
Presidente y Director General
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En cualquier organización la gente constituye los recursos individuales. Simplificar lo complejo da como resultado la ventaja positiva de la energía personal. Es por eso que existe la conciencia de las tres dinámicas y está confirmada de la siguiente forma: la gente, el poder y las relaciones.

Al obtener esto se logra equipar a las personas con las habilidades que se requieren para usar en los momentos centrales cuando se necesita mostrar fortaleza y el compromiso en los equipos en los cuales se maximiza y libera energía en lugar de restringirla y desperdiciarla.

LA GENTE

Si la gente conoce y acepta sus fortalezas y áreas de oportunidad pueden vivir la vida plena y podrá ver a los demás con la misma sinceridad, de lo contrario si no son objetivos y honestos consigo mismos también verán la vida algo distorsionada. El primer paso para lograr la comprensión realista de los demás es comprenderse a uno mismo.

EL PODER

El poder es la dinámica dominante del planeta aunque la palabra poder tiene mucha carga emocional que evoca diversos conceptos e imágenes en la mente de la gente, muchas de ellas negativas y se debe al “abuso común” del poder pero cabe recordar que también se puede utilizar con justicia y eficacia. ¿Cuál es el esquema según el cual interactúan los individuos? ¿Las relaciones se caracterizan por el control o por la libertad? ¿Saludable o codependiente? Las relaciones basadas en la confianza, respeto y libertad son más productivas y resistentes ya que la gente recibe con agrado la oportunidad de aportar sus recursos con regularidad.

LAS RELACIONES

Los momentos de la verdad en las organizaciones se describieron antes como una clase de libertad y control, lo lógico y lo emocional. Ambas dimensiones son esenciales para toda interacción humana satisfactoria. La estructura y el apoyo de una relación permite a las personas negociar conjuntamente. El ser capaces de debatir francamente las preocupaciones y aspiraciones con los colaboradores es el método real para seguir desarrollando la confianza y el respeto mutuo, todo esto llega a formar un ciclo en el que se refuerza a sí mismo el desarrollo de las relaciones y permite que los equipos logren la sinergia mediante la delegación de poder a sus miembros para que exploren y maximicen los recursos con una visión de equipo para lograr resultados más ambiciosos.

Estas 3 dinámicas funcionan como la estrategia de Grid para el cambio y desarrollo que radica en el aprendizaje de cómo manejar a la gente, el poder y las relaciones de una manera eficaz en la vida de una organización de manera que los valores de la corporación se refuercen de una manera permanente.

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