Desde que Tom Peters habló de “excelencia” en el mundo comercial, las compañías han tratado sin cesar de alcanzarla. Pero, al final, resulta que la excelencia es un poco como dejar de fumar: hay miles de planes, pero en realidad ninguno funciona muy bien, al menos sin un verdadero compromiso desde lo alto. Esto es algo que la firma consultora de Atlanta, Porter Keadle Moore, aprendió rápido. Quince años e innumerables iniciativas después, PKM es la principal firma consultora de Atlanta. ¿Cómo lo logró? Su enfoque para alcanzar la excelencia no tuvo nada de extraordinario: el principal motivador de cambio fue el líder. El cambio supone que nos preguntemos qué queremos que haga la compañía y qué puede hacer la compañía. La habilidad más importante que ha desarrollado PKM es su habilidad para cultivar las ideas y la sabiduría de sus empleados y aplicarlas a la visión general de la compañía. “Hemos creado una cultura de la retroalimentación”, señala Debbie Sessions, socia de la firma y responsable del programa que entrena a los empleados en el arte de la retroalimentación. “Obtenemos y damos nuevas ideas a diario”. Aunque es imposible obtener un éxito instantáneo, esto es lo que hizo PKM:

1. Hacer un plan y cumplirlo: la búsqueda de la excelencia es algo que cada compañía debe hacer a su manera. El problema es que casi todas las compañías tienen problemas para establecer sus objetivos e incluso para definir qué es la excelencia. Por tanto, antes de empezar cualquier proyecto o iniciativa de esta naturaleza, debemos sentarnos a definir qué entenderemos por “excelencia”. ¿Qué se entiende por un proceso de manufactura excelente? ¿Qué se entiende por un buen servicio al cliente? A medida que los cambios tienen lugar, debemos consultar el plan para determinar si estamos yendo en la dirección adecuada.

2. Motivación: la motivación supone crear una atmósfera de trabajo que sea divertida y que, por tanto, permita contrarrestar el estrés y el exceso de trabajo, y que promueva un balance entre la vida personal y la vida profesional. Está demostrado que este tipo de estrategias promueven la productividad y la lealtad entre empleados.

3. Productividad: la manera más sencilla de promover la productividad es procurar que la fuerza de trabajo se sienta motivada. Sin embargo, esto toma tiempo. Por tanto, es importante implementar ciertas iniciativas intermedias. Un paso muy sencillo y a la vez importante es “quitarse del medio”, es decir, dejar de microgerenciar. Esta es una actitud que a los emprendedores les cuesta mucho dejar de lado debido a que estos suelen tener personalidades muy fuertes. Cuando un gerente microgerencia, los más probable es que los empleados se sientan desapegados e incluso renuncien. Y esto no es nada productivo.

4. Ambiente: cuando tratamos de crear una cultura en la que los empleados se puedan desempeñar de la mejor manera, a veces tenemos que remodelar las oficinas. A continuación, algunos consejos para lograr que la oficina sea más amable y promueva la productividad:

– Espacios silenciosos: los creativos necesitan soledad, así que debemos procurar que las oficinas sean lo suficientemente cerradas como para que nadie los distraiga.

– Disponer de lugares de encuentro: los empleadores creen que los encuentros casuales entre los empleados son una pérdida de tiempo. Pero la realidad es que en dichos encuentros se anida la innovación y la comunicación, sobre todo entre departamentos.

– Los empleados deben estar cómodos: así son más productivos.

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