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Te compartimos un testimonio, luego de asistir a uno de nuestros seminarios:

“Comprendí que la preocupación por la gente no está peleada con la preocupación por los resultados, sino que su interacción potencializa mediante un liderazgo sólido, el éxito de la empresa, con los colaboradores más entusiasmados y comprometidos”.
Roberto González Martínez, Director – Eva Plus Industrial

direccion@miguelpla.com // Teléfono: (81) 43 00 25

Las personas no se van de las empresas, se van de los jefes”. Tal vez sea el axioma más repetido por los gurús de las organizaciones. Tanto, que es difícil saber a ciencia cierta a cuál de ellos corresponde originalmente su autoría (algunos se lo atribuyen a Tom Peters). Pero no por manida la frase deja de encerrar una gran verdad empresarial: los malos jefes ahuyentan el talento. Paco Muro, presidente de Otto Walter International, cree que en las empresas españolas todavía queda mucho “troglodita directivo” que usa el “ordeno y mando” como principal herramienta de liderazgo. Luis Huete, profesor de IESE Business School, va aun más lejos y afirma que al menos el 5% de los jefes son, directamente, sociópatas. “Los jefes tóxicos hacen un enorme daño no solo al talento, sino a la fibra humana de sus equipos. Una persona que trabaja en un entorno laboral tóxico pierde al menos 10 años de vida”.

La consultora Otto Walter realizó en 2012 un estudio, titulado Los jefes tóxicos, en el que preguntó a miles de empleados de todos los sectores y categorías profesionales acerca de cuáles habían sido los comportamientos más irritantes que habían sufrido de sus superiores. El 49% de los encuestados denunció las “faltas de respeto” como la principal lacra procedente de los mandos. “Prepotencia”, escogida por un 37%, “incompetencia directiva” (29%), “falta de apoyo al equipo” (28%) o “ausencia de trato humano” (25%) completan este cuadro de los horrores. Unas nefastas credenciales, especialmente si se tiene en cuenta que quienes las acreditan “se supone que están de jefes porque un día destacaron como buenos profesionales”, comenta Paco Muro.

Varios defectos

Pero el manual del mal jefe incluye otros defectos. Pilar Jericó, presidenta de Be-Up, destaca, entre ellos, “la indefinición a la hora de marcar objetivos, no escuchar a los demás, colgarse medallas, incumplir lo prometido, no reconocer un buen trabajo o cambiar mucho de opinión”. Aunque cuando realmente el mando traspasa la línea de no retorno con sus subordinados es cuando fallan lo que esta experta llama los “momentos de la verdad”. “No hay nada más decepcionante que un jefe que no defiende a su equipo. O que no sabe estar a la altura de las circunstancias en un momento delicado. Por ejemplo, si ha fallecido un familiar de un colaborador y aun así le exige que siga trabajando con normalidad o que se quede hasta tarde”, expone. Cuando se cruza esa frontera, muchas veces ya no hay vuelta atrás. “Al jefe se le pierde el respeto porque se deja de confiar en su capacidad (conocimiento, toma de decisiones, liderazgo…) o en su manera de ser (malas formas, despotismo, falta de ética…)”, señala Eva Collado, consultora estratégica de capital humano. Alcanzar ese punto, añade, es la crónica de una muerte anunciada. “Porque no se puede trabajar ni aceptar órdenes de alguien en quien no confías y a quien no respetas”.

No obstante, Collado opina que a veces la cuestión de los jefes se toma demasiado a pecho. “Olvidamos que nuestros jefes también tienen jefes que, a su vez, hacen lo mismo con ellos”, recuerda. De hecho, es frecuente que se establezca una conexión emocional con el superior directo que puede derivar en una especie de síndrome de Estocolmo. Como consecuencia, al que está por encima en el escalafón se le toleran toda clase de tropelías. “El perdón libera muchas energías positivas y es conveniente practicarlo”, aconseja Luis Huete. Pero todo tiene un límite. El profesor del IESE alerta sobre otro tipo de jefatura tóxica que abusa de la indulgencia de sus subordinados. “Una persona que hiere conscientemente y que actúa para buscando el perdón es un peligro. En esos casos, mejor poner tierra de por medio”.

Los años de penuria laboral han provocado que muchos trabajadores aguanten carros y carretas, que agachen la cabeza ante el pobre pero efectivo argumento de “si no te gusta, sabes dónde está la puerta”. Pero los expertos auguran que esta situación no tardará en cambiar. “Muchos están hoy dónde están porque necesitan el trabajo, pero cuando mejore la situación se marcharán o, lo que es peor, se quedarán dando lo justo”, vaticina Paco Muro.

Son los millennials los llamados a encabezar esa revolución. “Las nuevas generaciones son cada vez más exigentes. No tienen ni miedo al jefe ni pelos en la lengua”, sostiene Marta Blasco, profesora del Centro de Estudios Financieros (CEF). ¿Qué tipo de líder buscan estos jóvenes? “Un jefe que consensúa los objetivos a conseguir”, explica. Y, sobre todo, “que les motiva hacia la consecución de esas metas marcadas, sabe generar desafíos y apoya a su equipo siempre que lo necesita”.

EL MEJOR LÍDER

La historia de Dan Price, presidente de Gravity Payments, se convirtió en viral cuando en 2015 renunció a un sueldo de siete cifras para subir con ese dinero el salario medio de los 120 empleados de la empresa de Seattle, hasta los 70.000 dólares. En agradecimiento, la plantilla al completo le regaló tiempo después un Tesla Model S, el coche de sus sueños.

Para este atípico jefe liderar significa confiar en los trabajadores. “El principal obstáculo para el desarrollo de las personas es su falta de independencia. Cuando tu jefe te demuestra que confía en ti y te da libertad para actuar según tu criterio, te sientes más realizado en tu rol, aumenta tu autoestima y percibes que eres el dueño de tu propia carrera”, dice Price.

Según este joven ejecutivo, las compañías que están orientadas a un propósito y no sólo a los beneficios demandan nuevos estilos de dirección. “El líder ya no necesita tener todas las respuestas, sino hacer las preguntas adecuadas”.

Ramón Oliver

direccion@miguelpla.com // Teléfono: (81) 43 00 25

La toma de decisiones, pues, es un tema de interés no sólo para los ejecutivos y empresarios sino para todos los seres humanos. Algunas veces estas decisiones tendrán una trascendencia muy grande y otras serán meramente triviales.

Una conferencia de Alberto Wilensky, autor de libros sobre estrategia y marketing, se titulaba “Toma de decisiones Póquer o Ajedrez”; este sugestivo título refiere sutilmente a que muchas veces los ejecutivos toman decisiones apostando a la intuición, como una partida de Póquer, y no con un proceso serio de decisión como cuando un gran maestro de Ajedrez efectúa una magistral jugada.

Tal y como lo hace el maestro de ajedrez, la mejor decisión es la que considerada el proceso lógico de análisis dándole cabida a la intuición.

El análisis lógico se produce a través del hemisferio izquierdo de nuestro cerebro, y es el hemisferio derecho el que da lugar a la intuición y a la creatividad.

Diversos autores han abordado este importante tema, aunque quizás el más famoso de todos ellos ha sido Herbert Simon, premio Nóbel 1978, con su clásica clasificación de las decisiones en programas y no programas. Otros han sido Kenichi Ohmae con su modelo para la toma de decisiones considerando la intuición en los negocios, Edward de Bono con su enfoque hacia la creatividad mediante el pensamiento lateral, Tony Buzan con su aporte “Los mapas mentales”, y así muchos otros.

No debemos abordar la toma de decisiones sin hacer uso de nuestra más poderosa herramienta: el cerebro.Los impulsos carentes del análisis y del proceso científico para toma de decisiones son muy peligrosos y nos pueden conducir a costosos errores.

El mensaje principal es el que tenía el fundador de IBM Tomas Watson en su escritorio: “¡Piense!”

Son muchos los métodos sugeridos para la toma de decisiones y es de gran utilidad estudiarlos, pero lo más importante es tomar un tiempo para el análisis y para que nuestro hemisferio derecho cerebral aporte la creatividad y la intuición que producirá la mejor decisión.

¿Qué es la Creatividad?

El proceso creativo en administración

Aquí se revisan algunos modelos propuestos por autores que han aportado en forma indirecta su formación profesional es distinta a la de los administradores elementos administrativos orientados al desarrollo de la capacidad creadora.

Los elementos comunes que caracterizan a todos estos modelos son:

La definición del problema a través de una serie de preguntas
Un momento de observación y reflexión
Un proceso generador de ideas
Un momento de acción
Una forma de evaluación y control.
Como se puede observar la generación de ideas creativas es el resultado de un proceso de maduración que culmina con la idea genial, sino con su evaluación y comprobación fáctica.

Gerencia Creativa

Algunos autores norteamericanos en su búsqueda empírica de los determinantes que definen el proceso de toma de decisiones han encontrado que el ejecutivo, el gerente o el director en sus actividades diarias no realiza en estricto sentido todas las etapas del proceso administrativo. También demostraron que el sustento de sus alternativas de solución a un problema estratégico no siguen el sendero de la racionalidad y la calculabilidad, sino de la heurística, la intuición y la creatividad.

En este sentido, se tiene la investigación efectuada por Henry Mintzberg, donde él encuentra que el proceso administrativo “en el mejor de los casos indica ciertos objetivos vagos que tienen los gerentes cuando trabajan”.

De este estudio es pertinente rescatar algunas ideas básicas que contravienen la postura de los administrativistas clásicos.

El gerente o ejecutivo pasa la mayor parte del tiempo conversando o en proceso de negociación, por teléfono.

Mediante esta actividad el gerente obtiene una serie de datos e información sobre su contexto intraorganizacional su departamento u oficina. Los canales informales establecidos entre sus empleados o los correspondientes a otra área organizacional le permiten reducir la incertidumbre en la toma de decisiones generando acciones exitosas.

El ejecutivo dedica poco tiempo a la revisión de su correspondencia, tan sólo planea algunas de sus actividades, generalmente actúa por intuición, confiando en su experiencia y en sus conocimientos sobre el mercado.

Los gerentes concentran su tiempo y su energía, valoran el sentido de la oportunidad, disfrutan el arte de la imprecisión y aprovechan el cambio.

Como se puede ver estas características perfilan un estilo flexible en la toma de decisiones y un distanciamiento con el proceso administrativo.

La filosofía adaptativa propuesta por la gerencia creativa busca romper los marcos rígidos sugeridos por algunas modas administrativas como las grandes listings del marketing o las recetas de lo que un administrador debería hacer para ser exitoso; las fórmulas de la planeación estratégica y de la administración estratégica, que si bien tuvieron algunos éxitos, ellos se debieron a la instrumentación y a las cualidades de los gerentes que las aplicaron y no al método en sí mismo.

En suma, tal parece que ante el contexto de la modernidad de los administradores se transforman en agentes de cambio, pero sustentados en una visión ilógica de las cosas, donde la creatividad es su principal elemento de fuerza. Y la desesperación sistemática es su herramienta para administrar el tiempo.

En virtud de lo que antes se explico se puede afirmar que el proceso creativo es un paso previo en la solución de problemas dentro de las organizaciones.

Es un proceso de maduración de ideas que posteriormente se resolverán posiblemente bajo dos vías, una creativa y una racionalizadora. Las alternativas de solución dependerán de la naturaleza del problema al que se enfrente quien tome la decisión, su afinidad al riesgo (Mac Crimmon y Wehrung, 1986) y todos los factores analizados por los seguidores de la escuela de Carnegie.

 

La vida está hecha de retos, retos que para superarse requieren de utilizar recursos, recursos que como el dinero son renovables o como el tiempo no lo son, pero que independientemente de ello requieren de estrategia para que dichos recursos no sean desperdiciados.

Las metas, más que como punto final de una serie de acciones, en muchas ocasiones se convierte en un nuevo punto de partida que nos permite iniciar nuevos andares en nuestra vida, en la medida que la meta establecida sea elevada y noble, nos permitirá partir con ventaja hacia nuevos horizontes.

La meta no solo es un “qué quiero lograr” sino más bien un “por qué lo quiero lograr”, eso es establecer un propósito, algo no solo que nos guíe sino que nos motive. La misma palabra “propósito” hace referencia a un acto volitivo, una acción donde tanto la mente como los sentimientos intervienen voluntaria y libremente para conseguir un objetivo, donde hemos calculado los costos y beneficios y donde nos sentimos lo suficientemente motivados para avanzar hacia la consecución de las metas, es así pues que para esto requerimos tener claridad de ideas y fuerza de corazón.

En este sentido, tanto mente y sentimientos deben ir a la par ya que si solo le ponemos cabeza a las cosas estaremos caminando por un terreno sumamente árido que fácilmente terminará desgastándonos; por el contrario, si somos todo corazón, es decir, sentimientos y motivación pero sin objetividad de pensamiento, corremos el riesgo de llegar con mucho entusiasmo a lugares que no queríamos.

Propósito es trazar una meta sabiendo los qué y andar el camino hacia ella sabiendo los porqué; y ambos, qué y por qué, son cobijados por las estrategias que incluyen esfuerzos y recursos.

En este punto, cuando hablamos de esfuerzos y recursos, ojo, nos referimos tanto a esfuerzos y recursos tangibles como intangibles. Entre los tangibles están los recursos materiales y financieros y dentro de los intangibles los de tiempo y motivación. Todos ellos se consumen como si fuera alimento para el alma y para el cuerpo en el camino hacia nuestra meta. En este sentido, mientras más elevada o retadora sea esta meta, mayores recursos tangibles e intangibles requerirá, es así que al iniciar el caminar hacia una meta debemos constantemente ver con que contamos en cuanto a recursos para conseguir nuestro objetivo.

Esto último, el saber con qué contamos, no necesaria y forzosamente implica que deberemos tener todos los recursos que necesitaremos para nuestro camino desde un principio, pero si al menos tener claridad en cuanto a lo que se cuenta para iniciar ese caminar y en la manera en que durante el andar se solventarán las necesidades de recursos que se vayan presentando.

No hay nada más satisfactorio que proponerse algo y alcanzarlo, y para ello se requiere esa claridad intelectual y esa fuerza interior de la que hemos hablado, todo ello nos permitirá eficientar nuestro andar ya que establecer un propósito le da sentido a nuestras acciones y permite focalizar nuestros esfuerzos y recursos. (Roberto Celaya Figueroa )

 

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